Santa Lucía del Trampal





Un viaje al centro del mundo. El fenómeno sublime de Santa Lucía del Trampal es todo un catálogo donde el arte, la arqueología, la naturaleza y el silencio se dan la mano en exquisita armonía.

Levantada junto a la Vía de la Plata, en Alcuéscar, a medio camino de todo sitio, en el centro de Extremadura, la ermita del Trampal pasó a formar parte de la agenda inexcusable a principios de los 80, cuando Juan Rosco y Luisa Téllez, recorriendo la sierra Centinela a lomos de una vieja bultaco, intuyeron unas viejas paredes tras la maleza medio salvaje de la montaña.

Construida en un entorno envidiable, un vergel, un microclima en la falda de la sierra, rodeada de agua, de viejos molinos y de naranjas, la ermita ha protagonizado alguna que otra polémica entre la comunidad científica.

Desde el primer momento todos pensamos en Santa Lucía como una construcción de época visigoda, de origen monástico, en la que el visitante puede observar en sus bases históricas y constructivas rastros de antiguas culturas prerromanas, de lugares sagrados dedicados a diosas indígenas como Ataecina, o la advocación a la Perséfone romana, a Proserpina.



Luego vinieron otras teorías. En todo caso muchos nos quedamos, aunque sea por puro romanticismo, por el misterio visigodo que envuelve a este enclave tan singular. Con rigor histórico o sin él, nos da igual, y es que el Trampal produce una extraña atracción, casi atávica, un lugar de poder, porque es como un reino de la serenidad, un canto a los ciclos de la naturaleza que simbolizaban las antiguas diosas que reinaban en la sierra.



Para acceder a la ermita basta con llegar a la Plaza de Alcuéscar, y tomar una de las calles que de ella parten en dirección a poniente. En pocos minutos, y por un camino asfaltado, uno se topa, detrás de una curva, con el centro de interpretación. Algunos metros más adelante asoma el fantasma de piedra de las tres torres que son los tres ábsides de la vieja construcción. En el interior un juego de luces y sombras nos devuelve al oropel de los ritos arcanos. El fondo musical lo interpretan los pájaros y el agua de los molinos cercanos. Un viaje al centro del mundo.


> Mimus Teatro en Santa Lucía del Trampal.

> El Sermón de los naranjazos.





[SANTA LUCÍA / LA CASA DE LOS NÓMADAS]