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El Meteorito de Guareña

En el año 1892, el miércoles 20 de julio, según figura en el volumen 62 (enero-diciembre 2006) de la publicación sobre meteoritos españoles del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), que a su vez cita a la Asociación Astronómica Kepler, de Guareña, entre las diez y las once de la mañana, se oyeron tres detonaciones a las afueras del pueblo. Francisco Gutiérrez, encargado de la bodega de vinos Francisco Regalado Cortés, a 5,4 kilómetros de la localidad, se llevó un buen susto. «Allí los ruidos se oyeron con tal intensidad que creyeron que una montaña se derrumbaba sobre sus cabezas», cuenta el boletín del MNCN. Ahí, en el paraje conocido como Cañada de Abajo, apareció un agujero en el suelo «de aproximadamente un metro de diámetro y unos 75 centímetros de profundidad». A unos cuatrocientos pasos de ese lugar estaban el agricultor Francisco Moreno y dos braceros, que «aterrorizados, se tiraron al suelo».

Entre unos y otros extrajeron del cráter la piedra, que pesó 32 kilos, y se la dieron al cura párroco, que la guardó en su casa. «En aquel entonces -explica la publicación del Museo- había allí dos párrocos, Francisco Pardo Amador y Prudencio González Parras, y todavía está por conocerse a cuál de los dos fue a parar el meteorito». Entre quienes se acercaron a verlo estaban Juan J. Borrallo, médico, y José Durán, teniente de alcalde de Guareña, además del hermano de este último. Alguien comentó que algo parecido a lo de lo de al lado de la bodega le había sucedido a Francisco García, un labrador. De madrugada, el médico, el teniente de alcalde y su hermano salieron al campo, acompañados por un agente del orden público. Y al llegar a la Charca de la Dehesa, encontraron otro meteorito, de 7,2 kilos, que durante cuatro días se exhibió en el ayuntamiento de Guareña, mientras que el párroco donó la otra pieza, la de 32 kilos, al presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo.

Fuente: Diario Hoy.

El Meteorito de Olivenza



19 de junio de 1924, eran las 9 de la mañana cuando los tres hermanos Pacheco Cordero se encontraban recogiendo guisantes en la finca conocida como El Lemus, situada a unos dos kilómetros al Oeste de Olivenza.

Se encontraban ocupados en su trabajo cuando de repente escucharon tres fuertes detonaciones que les hicieron levantar la mirada hacía el cielo, en ese momento vieron como se dirigía hacía a ellos a gran velocidad una gran masa ardiendo envuelta en humo blanco, pero cuando se encontró a poca distancia, realizó un extraño giro que desvió su trayectoria cayendo a unos cinco metros de donde se encontraban.

Todo ocurrió muy rápido, los hermanos quedaron inmóviles, aterrados por lo acontecido, este objeto rompió la raíz de un olivo y formó un cráter en la tierra de medio metro de diámetro, y otro tanto de profundidad, su contorno era cuadrangular.

La fracturación previa al impacto y la del propio impacto generó diversos fragmentos dispersos no solamente alrededor del cráter sino también por otras fincas colindantes, todo ello produjo una gran polvareda, cuando se acercaron para ver la piedra ya se encontraba fría, el fragmento más grande podría tener una masa de entre 60 y 70 kg.

Numerosas personas de distintos lugares fueron testigos del curioso episodio. Los testigos vieron ese día una nuble blanca alargada con forma cónica en el cielo, similar a la cola de un cometa, afirmaron que el fenómeno iba acompañado de fuertes detonaciones sobre un ruido constante que era similar al chirriar de un portón metálico o al traqueteo irregular de una ametralladora. Se pudo ver en gran parte de la comarca oliventina, además también existen testigos que lo vieron en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), Talavera de la Reina (Toledo) ó Castello de Vide (Alentejo), entre otros muchos lugares.

Unos días después se desplazó al lugar el geólogo Lucas Fernández Navarro, comisionado por la Facultad de Ciencias de Madrid para estudiar el fenómeno, pero para entonces ya se encontraba el lugar bastante alterado, estaba el sitio muy pisoteado y la piedra había sido extraída del cráter.

Un año más tarde, en 1925, Fernández Navarro publicó el trabajo [El Meteorito de Olivenza (Badajoz)] en el que afirmaba que un meteorito había caído en Olivenza un año antes, en él se intenta dar respuesta a los interrogantes más comunes, como componentes básicos, morfología y tipo.

Fruto de ese estudio conocemos más sobre este Meteorito, considerado como el más rocoso de los que han caído en la península. En un principio tras los testimonios de algunos testigos se pensó que su trayectoria había sido de NO a SE, pero al conocer nuevos lugares donde cayeron más trozos se terminó afirmando que la trayectoria presentaba un recorrido según una estrecha banda de 2 km de longitud con dirección NNE-SSO

El trozo de mayor tamaño se piensa que en el momento de la caída podría tener unos 60 o 70 kilos de peso, pero parece ser que fue fragmentado intencionadamente.

El meteorito habría estallando en sucesivas explosiones a consecuencia del rápido aumento de temperatura que experimentó en las capas bajas y densas de la atmósfera.

Tras el examen realizado del meteorito, podemos afirmar que se trata de una piedra meteórica del grupo Condritas (son meteoritos pedregosos (rocas), no metálicos, que no han sufrido procesos de fusión o de diferenciación en los asteroides de los que proceden. Representan el 85,7% de los meteoritos que caen a la Tierra)

El meteorito se hallaba compuesto por hierro, magnesio, aluminio, silicio, potasio, calcio, titano, vanadio, cromo, manganeso, cobalto, níquel y estroncio.

“Las superficies frescas de fractura son irregulares y gruesamente granudas, ofreciendo un color gris-ceniza con motas obscuras redondeadas y manchas metálicas irregulares. La piedra es poco tenaz, se desmorona fácilmente al golpe del martillo y se hacen en ella grandes grietas por donde fácilmente se rompe al choque.

Las manchas oscuras—de superficie lisa, y redondeada— corresponden a los condros, que son de dos especies: unos negruzcos, mates, algo hojosos, que están formados por hiperstena; otros vitreos, de un color verde muy obscuro, constituidos por el peridoto. Todos ellos ofrecen pequeñas dimensiones, siendo raros los que pasan de un milímetro.

En cuanto a los granos metálicos, son siempre de contorno irregular, no cristalino, de tamaño variable, pero generalmente mayor que el de los condros, que, sin embargo, rara vez llega al centímetro. Con frecuencia están rodeados de una aureola amarillenta de hidróxído de hierro, sin duda procedente de su alteración”.

En el museo oliventino se puede contemplar un fragmento de este meteorito. Aunque, como en otras ocasiones ha sucedido a lo largo de nuestra historia, el fragmento principal (36’50 kg) salió de Extremadura para engrosar las vitrinas de un museo madrileño. Existen, no obstante, muchos otros fragmentos más pequeños repartidos por museos de Europa y Estados Unidos.

El cometa de Logrosán

1893 El 4 de Julio a las 15 horas 5 minutos se descubre el cometa Roso de Luna en la constelación del Cochero.