Este trabajo tiene como finalidad principal llenar un vacío en la obra de Henri-Irenée Marrou, Historia de la Educación en la Antigüedad[1]. Marrou refiere la existencia de una “escuela” ubicada en la basílica de Santa Eulalia en la Mérida visigoda, pero deja sin citar una segunda “escuela” situada en el monasterio de Cauliana o Cubillana, cerca de Mérida. En el opúsculo anónimo del siglo VII, Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium[2] se encuentra narrada la historia de un monje beodo en Cauliana que es reprendido por unos niños que allí estudiaban. Esta fuente me ha resultado fundamental para poder demostrar que en Cauliana existía una segunda escuela en la época visigoda que no cita Marrou.
1. Marco Histórico
La época está comprendida entre el reinado de Sisebuto (612-621) y Suintila (621631) y algunos años de Sisenando (631-686). Sisebuto, antes que Carlomagno, fue el primer rey germano que promovió la cultura entre sus súbditos. Suintila fue el primer godo destronado sin ser asesinado; logró la monarquía de toda España (“Totius Hispaniae”) y la expulsión de los romanos de la península ibérica.
A Sisenando se le debe, por otra parte, la celebración de! IV Concilio de Toledo, presidido por San Isidoro, donde se plasma legalmente la prohibición del destronamiento por la fuerza (Pidal, 33). Es la época de un gran santo en la historia de la Iglesia de Roma, San Isidoro. Este no sólo será un escritor aislado en la cristiandad, sino que es el alma de un movimiento espiritual producido en España entre 600 y 680, cuyos centros espirituales son Sevilla, Zaragoza, Braga y Toledo (33).
2. Cristianos en Mérida
Hasta la celebración del III Concilio de Toledo, Mérida está dividida, como lo están la península ibérica en general, entre el arrianismo y el catolicismo. Desde el punto de vista político, sin embargo, “Mérida era ya metrópolis en la época de Augusto” (Sánchez Salor, 135).
Ya por el 550 el Obispo de Mérida, de nombre Paulo, proporciona información sobre el monasterio de Cubillana, por lo que se prueba su existencia incluso antes del siglo VII[3].
Los conflictos generales de la Iglesia encuentran paralelos ejemplos en la Iglesia emeritense. Un caso es el del conocido conflicto del Obispo Mausona. Es, sin embargo, una época de esplendor económico y político en la Iglesia emeritense. “Mérida sería metrópolis eclesiástica ya en la segunda mitad del siglo IV” (Sánchez, 136).
3. El Fenómeno Monacal en Mérida
Aparece el fenómeno monacal en Occidente con mayor intensidad en el siglo V. Por el norte de África y de la península ibérica llegan los monjes de San Benito primero y después San Agustín.
Se sabe que en tiempos de Paulo, médico griego que después será Obispo de la sede metropolitana de Mérida, ya existe el Monasterio de Cubillana (550 d.C.) La venida de San Donato de África a España para fundar la Orden de San Agustín consta que fue en el 570. Hasta la llegada de esta Orden los monjes no tenían obediencia a sus Priores, luego los religiosos sólo se regían con sujeción al Obispo (Pidal, 33). En la historia del monje beodo que veremos en el Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium, se indica que el monje sólo está sujeto a su Abad y el Obispo ni aparece. La regla de San Agustín por esta fecha (630) ya está impuesta y, sin embargo, el monje de esta historia tiene más posibilidades de ser de la Orden de San Benito debido a la importancia y esplendor de ésta en la península y en el cenobio de la Iglesia de Santa Eulalia y de Cubillana. Por otra parte, Garvin nos dice en su tesis sobre las Vitas que el Obispo Masona fundó monasterios en Mérida, incluido el de Cubillana: “Bishop Masona founded monasteries... For Mérida the sources inform us of this monastery of Cauliana...” (311).
4. El Monasterio de Cubillana
El nombre del Monasterio, Cauliana o Cubillana, según Moreno de Vargas en su libro Historia de la ciudad de Mérida[4], procede de la palabra “caula” que significa cabaña. La aparición en 1695 de utensilios domésticos bajo el monastrio al realizarse excavaciones, haciendo esto pensar que estas tierras, antes de pertenecer al Monasterio de Cauliana, habían sido habitadas por ganaderos o pastores en chozas y cabañas, explica la etimología de “Cauliana”.
La fundación del monasterio no se conoce, pero sabemos por Paulo Diácono que el monasterio existe ya por el 635, fecha en que Diácono escribe el citado libro de las Vitas. Un historiador local cifra su construcción por el 550 d.C. (Del Castillo, 331), cálculo basado en la llegada del médico griego y luego Obispo Paulo, quien, bajo la influencia bizantina, implantará la pujanza de la vida monástica por tierras emeritenses.
El monasterio cauliense fue cuna de toda la cultura de la Lusitania en la época visigoda (332). De él salen funcionarios, letrados y los Obispos de la Sede Emeritense.
El monasterio incluso cuenta con una leyenda propia. Se dice que en él se refugió el rey Rodrigo, tras la derrota de la batalla de Guadalete, y después huyó con un monje llamado Romano, el cual cargó hasta tierras portuguesas (donde fue) con la imagen de la Virgen que en la basílica monacal recibía culto (333).
5. El autor de las Vitas
El autor es anónimo, pues los manuscritos más antiguos no consignan su nombre. Es a partir del siglo XVI cuando se comienza a atribuir esta obra a “Paulo Emeritense” (Camacho, 29). En algunos códices y por escritura de segunda mano tardíamente se agrega el nombre del autor.
La fecha exacta de la composición es dispar. Según los autores se podría establecer un margen entre 610 y 680. Garvín y Camacho Macías coinciden en sus obras (págs. 3 y 30 respectivamente) en concretar la fecha de composición entre el 633y el 638, años del pontificado de Esteban I.
6. La Escuela Monacal de Cauliana
En el siglo VI surge la escuela episcopal, la “schola de jóvenes lectores dirigidos por su primicerius” (Marrou, 428).
Este sistema, como dice Marrou, se halla también en la España visigoda e igualmente en la Mérida del siglo VII, “donde se nos muestran jovencitos que al servicio de la basílica de Santa Eulalia debían estudiar allí las letras bajo la dirección de un maestro” (428).
De otro lado, Sánchez Salor en su trabajo “La Cultura en los Monasterios Visigóticos[5] clasifica las escuelas en la época visigoda en escuelas laicas, episcopales y monásticas. Sobre la escuela de carácter episcopal señala que se crea a partir de 527 y del Concilio II de Toledo: “se trata de centros de enseñanza adscritos a la Iglesia episcopal” (24). De este tipo es la ya citada de Santa Eulalia, aunque Sánchez Salor lo pone en duda (28). La de Cauliana es de tipo monacal.
Basamos, pues, esta afirmación sobre el carácter monacal de la escuela de Cauliana en lo citado anteriormente como fuente fundamental, las Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium. Esta recoge textualmente la existencia de la escuela monacal de Cauliana: “Unos niños pequeños que se educaban en la escuela monacal bajo la dirección de su maestro” (Camacho, 90) [6].
Tanto en la escuela episcopal como la monacal, por tanto, contribuyen a educar a candidatos al sacerdocio en la Mérida visigoda. Así lo manifiesta Joseph Garvin, quien además admite la existencia de una o más bibliotecas en la Mérida del siglo VII (329). Nuestro autor concluye su descripción de la “schola” emeritense afirmando el carácter monacal de Cauliana: “the monastic school of Cauliana” (329).
7. Synonima de Cauliana
En el terreno lingüístico, extraigo como curiosa la aportación de Sánchez Salor en su artículo sobre la cultura en monasterios visigóticos al comentar y describir cómo los jóvenes alumnos de Cauliana practicaban un entrenamiento en el ejercicio de sinónimos sobre temas ascéticos que dirigen al monje beodo en la historia recogida en las Vitas (34). Dichos sinónimos son los siguientes:
Considera iudicium terribile Domini
Considera Tremendi examinis metuendam sententiam.
Considera formidandam atque horrendam eius iudicii ultricem seueritatem.
“Procedimientos de este tipo”, declara Salor, “son frecuentes en los Synonimia isidorianos” (34). La traducción en español presentada por Camacho Macías es así:
Piensa en el terrible juicio de Dios. Considera la formidable sentencia de su tremendo escrutinio. Repara ya aquí en la aterradora y horrenda severidad de su fallo con que ha de vengarse (90).
El carácter de “synonimia” se pierde al hacerse una mayor prosificación de la esctructura, prescindir de paralelismo sintáctico y recurrir a la sinonimia semántica en los verbos.
La traducción en inglés de Joseph Garvin es, en cambio, más fiel al texto original latino:
Consider the terrible judgment of God
Consider the fearful sentence of His terrible scrutiny Consider now the terrifying and horrible severity of His avenging sentence (153) [7].
8. Conclusión
La educación visigoda en Mérida fue principalmente episcopal al recibir mayor importancia eclesiástica la formación de jóvenes sacerdotes en la basílica de Santa Eulalia. Fue, sin embargo, de gran preponderancia y relieve histórico, político y educativo el monasterio de Cubillana y su escuela monacal dependiente. Espero que su breve descripción en este trabajo, cuyo objetivo primordial era dejar clara la existencia de una escuela monacal visigótica emeritense, ubicada en la famosa Vía de la Plata, haya servido para, al menos, poder hacer una “relectura” de la página 428 de la extensa y gran obra sobre la educación en la antigüedad de Henri-Irenée Marrou.
Alejandro Blas Curado Fuentes
FUENTE: Coloquios Históricos de Extremadura
1. Marco Histórico
La época está comprendida entre el reinado de Sisebuto (612-621) y Suintila (621631) y algunos años de Sisenando (631-686). Sisebuto, antes que Carlomagno, fue el primer rey germano que promovió la cultura entre sus súbditos. Suintila fue el primer godo destronado sin ser asesinado; logró la monarquía de toda España (“Totius Hispaniae”) y la expulsión de los romanos de la península ibérica.
A Sisenando se le debe, por otra parte, la celebración de! IV Concilio de Toledo, presidido por San Isidoro, donde se plasma legalmente la prohibición del destronamiento por la fuerza (Pidal, 33). Es la época de un gran santo en la historia de la Iglesia de Roma, San Isidoro. Este no sólo será un escritor aislado en la cristiandad, sino que es el alma de un movimiento espiritual producido en España entre 600 y 680, cuyos centros espirituales son Sevilla, Zaragoza, Braga y Toledo (33).
2. Cristianos en Mérida
Hasta la celebración del III Concilio de Toledo, Mérida está dividida, como lo están la península ibérica en general, entre el arrianismo y el catolicismo. Desde el punto de vista político, sin embargo, “Mérida era ya metrópolis en la época de Augusto” (Sánchez Salor, 135).
Ya por el 550 el Obispo de Mérida, de nombre Paulo, proporciona información sobre el monasterio de Cubillana, por lo que se prueba su existencia incluso antes del siglo VII[3].
Los conflictos generales de la Iglesia encuentran paralelos ejemplos en la Iglesia emeritense. Un caso es el del conocido conflicto del Obispo Mausona. Es, sin embargo, una época de esplendor económico y político en la Iglesia emeritense. “Mérida sería metrópolis eclesiástica ya en la segunda mitad del siglo IV” (Sánchez, 136).
3. El Fenómeno Monacal en Mérida
Aparece el fenómeno monacal en Occidente con mayor intensidad en el siglo V. Por el norte de África y de la península ibérica llegan los monjes de San Benito primero y después San Agustín.
Se sabe que en tiempos de Paulo, médico griego que después será Obispo de la sede metropolitana de Mérida, ya existe el Monasterio de Cubillana (550 d.C.) La venida de San Donato de África a España para fundar la Orden de San Agustín consta que fue en el 570. Hasta la llegada de esta Orden los monjes no tenían obediencia a sus Priores, luego los religiosos sólo se regían con sujeción al Obispo (Pidal, 33). En la historia del monje beodo que veremos en el Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium, se indica que el monje sólo está sujeto a su Abad y el Obispo ni aparece. La regla de San Agustín por esta fecha (630) ya está impuesta y, sin embargo, el monje de esta historia tiene más posibilidades de ser de la Orden de San Benito debido a la importancia y esplendor de ésta en la península y en el cenobio de la Iglesia de Santa Eulalia y de Cubillana. Por otra parte, Garvin nos dice en su tesis sobre las Vitas que el Obispo Masona fundó monasterios en Mérida, incluido el de Cubillana: “Bishop Masona founded monasteries... For Mérida the sources inform us of this monastery of Cauliana...” (311).
4. El Monasterio de Cubillana
El nombre del Monasterio, Cauliana o Cubillana, según Moreno de Vargas en su libro Historia de la ciudad de Mérida[4], procede de la palabra “caula” que significa cabaña. La aparición en 1695 de utensilios domésticos bajo el monastrio al realizarse excavaciones, haciendo esto pensar que estas tierras, antes de pertenecer al Monasterio de Cauliana, habían sido habitadas por ganaderos o pastores en chozas y cabañas, explica la etimología de “Cauliana”.
La fundación del monasterio no se conoce, pero sabemos por Paulo Diácono que el monasterio existe ya por el 635, fecha en que Diácono escribe el citado libro de las Vitas. Un historiador local cifra su construcción por el 550 d.C. (Del Castillo, 331), cálculo basado en la llegada del médico griego y luego Obispo Paulo, quien, bajo la influencia bizantina, implantará la pujanza de la vida monástica por tierras emeritenses.
El monasterio cauliense fue cuna de toda la cultura de la Lusitania en la época visigoda (332). De él salen funcionarios, letrados y los Obispos de la Sede Emeritense.
El monasterio incluso cuenta con una leyenda propia. Se dice que en él se refugió el rey Rodrigo, tras la derrota de la batalla de Guadalete, y después huyó con un monje llamado Romano, el cual cargó hasta tierras portuguesas (donde fue) con la imagen de la Virgen que en la basílica monacal recibía culto (333).
5. El autor de las Vitas
El autor es anónimo, pues los manuscritos más antiguos no consignan su nombre. Es a partir del siglo XVI cuando se comienza a atribuir esta obra a “Paulo Emeritense” (Camacho, 29). En algunos códices y por escritura de segunda mano tardíamente se agrega el nombre del autor.
La fecha exacta de la composición es dispar. Según los autores se podría establecer un margen entre 610 y 680. Garvín y Camacho Macías coinciden en sus obras (págs. 3 y 30 respectivamente) en concretar la fecha de composición entre el 633y el 638, años del pontificado de Esteban I.
6. La Escuela Monacal de Cauliana
En el siglo VI surge la escuela episcopal, la “schola de jóvenes lectores dirigidos por su primicerius” (Marrou, 428).
Este sistema, como dice Marrou, se halla también en la España visigoda e igualmente en la Mérida del siglo VII, “donde se nos muestran jovencitos que al servicio de la basílica de Santa Eulalia debían estudiar allí las letras bajo la dirección de un maestro” (428).
De otro lado, Sánchez Salor en su trabajo “La Cultura en los Monasterios Visigóticos[5] clasifica las escuelas en la época visigoda en escuelas laicas, episcopales y monásticas. Sobre la escuela de carácter episcopal señala que se crea a partir de 527 y del Concilio II de Toledo: “se trata de centros de enseñanza adscritos a la Iglesia episcopal” (24). De este tipo es la ya citada de Santa Eulalia, aunque Sánchez Salor lo pone en duda (28). La de Cauliana es de tipo monacal.
Basamos, pues, esta afirmación sobre el carácter monacal de la escuela de Cauliana en lo citado anteriormente como fuente fundamental, las Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium. Esta recoge textualmente la existencia de la escuela monacal de Cauliana: “Unos niños pequeños que se educaban en la escuela monacal bajo la dirección de su maestro” (Camacho, 90) [6].
Tanto en la escuela episcopal como la monacal, por tanto, contribuyen a educar a candidatos al sacerdocio en la Mérida visigoda. Así lo manifiesta Joseph Garvin, quien además admite la existencia de una o más bibliotecas en la Mérida del siglo VII (329). Nuestro autor concluye su descripción de la “schola” emeritense afirmando el carácter monacal de Cauliana: “the monastic school of Cauliana” (329).
7. Synonima de Cauliana
En el terreno lingüístico, extraigo como curiosa la aportación de Sánchez Salor en su artículo sobre la cultura en monasterios visigóticos al comentar y describir cómo los jóvenes alumnos de Cauliana practicaban un entrenamiento en el ejercicio de sinónimos sobre temas ascéticos que dirigen al monje beodo en la historia recogida en las Vitas (34). Dichos sinónimos son los siguientes:
Considera iudicium terribile Domini
Considera Tremendi examinis metuendam sententiam.
Considera formidandam atque horrendam eius iudicii ultricem seueritatem.
“Procedimientos de este tipo”, declara Salor, “son frecuentes en los Synonimia isidorianos” (34). La traducción en español presentada por Camacho Macías es así:
Piensa en el terrible juicio de Dios. Considera la formidable sentencia de su tremendo escrutinio. Repara ya aquí en la aterradora y horrenda severidad de su fallo con que ha de vengarse (90).
El carácter de “synonimia” se pierde al hacerse una mayor prosificación de la esctructura, prescindir de paralelismo sintáctico y recurrir a la sinonimia semántica en los verbos.
La traducción en inglés de Joseph Garvin es, en cambio, más fiel al texto original latino:
Consider the terrible judgment of God
Consider the fearful sentence of His terrible scrutiny Consider now the terrifying and horrible severity of His avenging sentence (153) [7].
8. Conclusión
La educación visigoda en Mérida fue principalmente episcopal al recibir mayor importancia eclesiástica la formación de jóvenes sacerdotes en la basílica de Santa Eulalia. Fue, sin embargo, de gran preponderancia y relieve histórico, político y educativo el monasterio de Cubillana y su escuela monacal dependiente. Espero que su breve descripción en este trabajo, cuyo objetivo primordial era dejar clara la existencia de una escuela monacal visigótica emeritense, ubicada en la famosa Vía de la Plata, haya servido para, al menos, poder hacer una “relectura” de la página 428 de la extensa y gran obra sobre la educación en la antigüedad de Henri-Irenée Marrou.
Alejandro Blas Curado Fuentes
FUENTE: Coloquios Históricos de Extremadura
[CUBILLANA / LA CASA DE LOS NÓMADAS]