La evacuación de las obras de arte del Museo del Prado durante la guerra civil
Carmelo Arribas Pérez
La compra de un cuadro de Timoteo Pérez Rubio por parte del Museo de Bellas Artes de Badajoz, que tiene lasuerte de estar en manos de Román Hernández Nieves, me ha traído de nuevo a la mente, la evacuación de lasobras de arte del Museo del Prado durante la guerra civil, de las que fue el pintor de Oliva de la Frontera suprincipal protagonista. Las guerras son siempre una terrible desgracia para las naciones, destrozan laeconomía, matan personas y pretenden matar la memoria de los pueblos. Las obras de arte, nunca son neutras, porque representan parte de la cultura y modo de ser de una nación y soneco de una época determinada, cuando no un apreciable botín para quien pueda apropiarse de ellos. Si es unaguerra contra un enemigo exterior, uno de los principales objetivos de este es socavar la moral del contrario ynada mejor para hacerlo que destruyendo sus símbolos. Si es civil, como la del 1936, hay que destruir todo loque signifique ideas contrarias a las que se preconizan en una u otra parte. Quizás haya habido tres momentos en nuestra historia, más o menos reciente que en mi opinión, hanproducido auténticos estragos en el arte y patrimonio artístico español, sobre todo religioso. Ladesamortización de Mendizábal, la guerra civil de 1936, con la quema y saqueo de iglesias y conventos porbandas de incontrolados, y la despoblación del interior de España, tras la posguerra, que hizo que, gran partede su patrimonio acabara en manos de anticuarios, en Museos alejados de su contexto, como el Museo Marésde Barcelona compuesto principalmente por piezas del gótico y románico de Castilla-León, o en mansiones deEstados Unidos.Podríamos considerar no sólo lo que se perdió, sino lo que no se produjo, pues aparte de los efectos de estasguerras en el arte, nuestra guerra civil se cebó en intelectuales y artistas. Por la parte extremeña, personajes tanextraordinarios y dignos de película, como Pedro Campón Polo, nacido en Casas de Don Antonio, compendiocompleto de artista autodidacta, bohemio, pintor, músico y viajero que recorrió medio mundo y que acabómuriendo, en un campo de concentración franquista en o-ndarroa, víctima de una enfermedad pulmonar. Ouno de los grandes escultores del s. XX, Aurelio Cabrera Gallardo, de Alburquerque fusilado en Toledo en1936. Sin contar todos los que tuvieron que marcharse, tras, o durante la guerra, entre ellos Timoteo PérezRubio, o el escultor emeritense Manuel Madridejos Borrachero.
Pero vamos a centrarnos, en la evacuación de las obras de arte, que se produjo en el último año de la guerracivil, para evitar, que en caso de que el Museo del Prado ardiese, pudieran desaparecer, o ser objeto de saqueo.Cuando se ve un plano con todas las bombas señalizadas que cayeron dentro del edificio, esta posibilidad noera muy descabellada. El 3 de febrero de 1939, ya a punto de acabarse la guerra, se firma el Acuerdo de Figueras, entre el Gobiernode la República y el Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles, con el apoyodel Secretario general de la Sociedad de Naciones. Tras él comienzan las labores para sacar del territorionacional, las principales obras del Museo del Prado, El Palacio Real, la Real Academia de Bellas Artes de SanFernando, del Escorial, y del Palacio de Liria, por citar algunos de los lugares más importantes de los que sehabían evacuado. Vista con la retrospectiva que dan los hechos históricos, aquella fue una arriesgada labor,que sólo la pericia de los que la diseñaron y la buena suerte, pudo conseguir llevar a buen término. JUNTA CENTRAL DEL TESORO ARTISTICO
El Gobierno de la República, nombra a uno de los mejores cartelistas, que ha tenido España, el pintor JosephRenau, como director general de Bellas Artes, y crea una "Junta Central del Tesoro Artístico", a cuyo frentecolocan al extremeño Timoteo Pérez Rubio. Otras juntas delegadas coordinarían, la protección, recogida yprotección de nuestro patrimonio artístico, concienciando a los colectivos, que las obras de arte son patrimoniodel pueblo y como tal se han de proteger.Tras la salida en Noviembre de 1936 del gobierno, de Madrid a Valencia, comenzaron a evacuarse las obras dearte y patrimonio, que incluía, tapices, libros, cuadros y objetos artísticos, tanto procedentes de coleccionesparticulares, como de iglesias e instituciones públicas. Durante años se fueron depositando primero en laIglesia del Patriarca de Valencia y en las Torres de Serranos, luego en el 1938, se decide enviarlas a Barcelona, en un traslado cargado de dificultades, cogiendo caminos vecinales para evitar ser descubiertos y bombardeados. Esto no se producía sin daños para las obras, como los desgarrones producidos en el "Dos de Mayo" de Goya y otros cuadros, al desprenderse un balcón con el que chocó el camión que los llevaba, y caer sobre las cajasdel transporte. Pero lo que se quería evitar pudo haber tenido un resultado totalmente contrario. Tras haberloubicado cerca de la frontera francesa en el castillo de Perellada, y en una mina de talco, el presidente Azaña,describe que ya que estaban los Velázquez bajo el comedor y "en un edificio anejo, otro grandepósito....Cuando bombardeaban ...temí que el destino me hubiera llevado a ver el museo hecho una granhoguera". Era urgente la evacuación fuera de España, cuyo gobierno no tenía medios, así pues se pidió ayuda a la Oficina Internacional de Museos. Se formó un comité de salvamento, con la presidencia y secretaría ocupadaspor franceses, pero con la participación de Gran Bretaña, Suiza, Holanda, Bélgica y Estados Unidos,personificadas por prestigiosos y poderosos personajes, desde ministros hasta presidentes pertenecientes a losmás prestigiosos museos, bajo el asesoramiento de Timoteo Pérez Rubio. Las condiciones fundamentales paraello eran: la devolución una vez acabada la guerra a España, y que nunca pudieran ser objeto de embargo. La situación era tan desesperada que hubo que firmar con la luz de cerillas, ya que habían bombardeado elgenerador, y estaban sin corriente eléctrica, y una vez acabadas estas, salir al patio para concluir el tratado a laluz de los faros de un coche. Los cuadros se transportarían en camiones franceses a la sede de las Naciones Unidas y los gastos correríanpor cuenta de este Comité Internacional hasta Ginebra. Las obras irían acompañadas por un delegado español,tres técnicos y una secretaria. A la llegada se abrirían las cajas, se comprobaría el contenido y el recibo se ledaría al delegado del Gobierno español, con el compromiso de devolver las obras cuando se estableciera lapaz. Los 71 camiones conducidos por republicanos hasta la frontera se enfrentaban a las mayores dificultades. Elfin eminente de la guerra, producía una saturación de las carreteras y caminos, de camiones, gente a pie yvehículos de todas clases que huían a Francia, que había además cortado sus fronteras ante tal avalancha,mientras la Aviación alemana, de la legión Cóndor, la Legionaria italiana y la Franquista no paraban debombardear, pese a las peticiones reiteradas de no hacerlo, del Duque de Alba representante del gobierno deFranco en Londres. A lo que se unía el descontrol y la desesperación de soldados republicanos y evacuados dedicados al asalto yel pillaje. Tras múltiples circunstancias, a las que no fueron ajenos los intentos de recuperación de los envíos,ya en Francia, por parte de los franquistas, llegaron a Ginebra. Entonces comenzó otra labor no menos ardua,la de inventariar las obras depositadas, para saber entre otras cosas su estado. El inventario estaría realizadopor un Comité de expertos del grupo de extranjeros, al que se añadía Timoteo Pérez Rubio y José María GinerPantoja, las presiones del nuevo gobierno en el poder hicieron que se les uniera el gran pintor José Mª Sert,nombrado, oficiosamente, delegado por el Gobierno de Burgos. Tras el fin de la guerra, poco después de acabado el inventario de la amplísima cantidad de obras que habíansido depositadas, se pensó en una Exposición de las obras Maestras. La labor de los franquistas quitando elmérito de la evacuación y salvamento a Timoteo Pérez Rubio y el paso al Nuevo Régimen de losconservadores y restauradores, que habían ido comisionados por la Junta Central Republicana, hizo que cadavez estuviera más aislado.
La Exposición, fue concebida como una ofensiva política del nuevo Gobierno Español. Las reacciones no sehicieron esperar, las críticas llovieron de todas partes, sin embargo un acontecimiento de esta categoría eradifícil que fracasara, se cree que llegaron a pasar más de 400.000 personas, durante los tres meses en los queestuvo expuesta y acudiendo a la misma reyes y jefes de estado e incluso el mismo Alfonso XIII. Los ingresos,tras deducir gastos, fueron también importantes, unos 350.000 francos suizos, que pasaron a las cuentas delGobierno de Franco. Pero si bien fue importante la parte económica, no fue menor la propagandística, ya queera una entrada triunfal a en el mundo exterior, a través de la Cultura, del nuevo gobierno. ¡Quien le hubiera dicho a Timoteo, que su labor, acabaría produciendo tanto rédito político a un Régimen, quepudo haber reducido a cenizas, tras los bombardeos del Prado, las joyas mas preciadas del arte mundial, y quefinalmente se adjudicó el salvamento¡ La propaganda decía, que había sido el Gobierno Nacional el que habíasalvado el Patrimonio Artístico Nacional de las manos de los rojos y sus colaboradores. Las Historias siempre se repiten en todas la épocas. Pero aunque momentáneamente sea el vencedor quien la escribe, la Memoria histórica, no sufre nunca de Alzheimer, y acaba poniendo a cada uno en su lugar.
Carmelo Arribas Pérez
La compra de un cuadro de Timoteo Pérez Rubio por parte del Museo de Bellas Artes de Badajoz, que tiene lasuerte de estar en manos de Román Hernández Nieves, me ha traído de nuevo a la mente, la evacuación de lasobras de arte del Museo del Prado durante la guerra civil, de las que fue el pintor de Oliva de la Frontera suprincipal protagonista. Las guerras son siempre una terrible desgracia para las naciones, destrozan laeconomía, matan personas y pretenden matar la memoria de los pueblos. Las obras de arte, nunca son neutras, porque representan parte de la cultura y modo de ser de una nación y soneco de una época determinada, cuando no un apreciable botín para quien pueda apropiarse de ellos. Si es unaguerra contra un enemigo exterior, uno de los principales objetivos de este es socavar la moral del contrario ynada mejor para hacerlo que destruyendo sus símbolos. Si es civil, como la del 1936, hay que destruir todo loque signifique ideas contrarias a las que se preconizan en una u otra parte. Quizás haya habido tres momentos en nuestra historia, más o menos reciente que en mi opinión, hanproducido auténticos estragos en el arte y patrimonio artístico español, sobre todo religioso. Ladesamortización de Mendizábal, la guerra civil de 1936, con la quema y saqueo de iglesias y conventos porbandas de incontrolados, y la despoblación del interior de España, tras la posguerra, que hizo que, gran partede su patrimonio acabara en manos de anticuarios, en Museos alejados de su contexto, como el Museo Marésde Barcelona compuesto principalmente por piezas del gótico y románico de Castilla-León, o en mansiones deEstados Unidos.Podríamos considerar no sólo lo que se perdió, sino lo que no se produjo, pues aparte de los efectos de estasguerras en el arte, nuestra guerra civil se cebó en intelectuales y artistas. Por la parte extremeña, personajes tanextraordinarios y dignos de película, como Pedro Campón Polo, nacido en Casas de Don Antonio, compendiocompleto de artista autodidacta, bohemio, pintor, músico y viajero que recorrió medio mundo y que acabómuriendo, en un campo de concentración franquista en o-ndarroa, víctima de una enfermedad pulmonar. Ouno de los grandes escultores del s. XX, Aurelio Cabrera Gallardo, de Alburquerque fusilado en Toledo en1936. Sin contar todos los que tuvieron que marcharse, tras, o durante la guerra, entre ellos Timoteo PérezRubio, o el escultor emeritense Manuel Madridejos Borrachero.
Pero vamos a centrarnos, en la evacuación de las obras de arte, que se produjo en el último año de la guerracivil, para evitar, que en caso de que el Museo del Prado ardiese, pudieran desaparecer, o ser objeto de saqueo.Cuando se ve un plano con todas las bombas señalizadas que cayeron dentro del edificio, esta posibilidad noera muy descabellada. El 3 de febrero de 1939, ya a punto de acabarse la guerra, se firma el Acuerdo de Figueras, entre el Gobiernode la República y el Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles, con el apoyodel Secretario general de la Sociedad de Naciones. Tras él comienzan las labores para sacar del territorionacional, las principales obras del Museo del Prado, El Palacio Real, la Real Academia de Bellas Artes de SanFernando, del Escorial, y del Palacio de Liria, por citar algunos de los lugares más importantes de los que sehabían evacuado. Vista con la retrospectiva que dan los hechos históricos, aquella fue una arriesgada labor,que sólo la pericia de los que la diseñaron y la buena suerte, pudo conseguir llevar a buen término. JUNTA CENTRAL DEL TESORO ARTISTICO
El Gobierno de la República, nombra a uno de los mejores cartelistas, que ha tenido España, el pintor JosephRenau, como director general de Bellas Artes, y crea una "Junta Central del Tesoro Artístico", a cuyo frentecolocan al extremeño Timoteo Pérez Rubio. Otras juntas delegadas coordinarían, la protección, recogida yprotección de nuestro patrimonio artístico, concienciando a los colectivos, que las obras de arte son patrimoniodel pueblo y como tal se han de proteger.Tras la salida en Noviembre de 1936 del gobierno, de Madrid a Valencia, comenzaron a evacuarse las obras dearte y patrimonio, que incluía, tapices, libros, cuadros y objetos artísticos, tanto procedentes de coleccionesparticulares, como de iglesias e instituciones públicas. Durante años se fueron depositando primero en laIglesia del Patriarca de Valencia y en las Torres de Serranos, luego en el 1938, se decide enviarlas a Barcelona, en un traslado cargado de dificultades, cogiendo caminos vecinales para evitar ser descubiertos y bombardeados. Esto no se producía sin daños para las obras, como los desgarrones producidos en el "Dos de Mayo" de Goya y otros cuadros, al desprenderse un balcón con el que chocó el camión que los llevaba, y caer sobre las cajasdel transporte. Pero lo que se quería evitar pudo haber tenido un resultado totalmente contrario. Tras haberloubicado cerca de la frontera francesa en el castillo de Perellada, y en una mina de talco, el presidente Azaña,describe que ya que estaban los Velázquez bajo el comedor y "en un edificio anejo, otro grandepósito....Cuando bombardeaban ...temí que el destino me hubiera llevado a ver el museo hecho una granhoguera". Era urgente la evacuación fuera de España, cuyo gobierno no tenía medios, así pues se pidió ayuda a la Oficina Internacional de Museos. Se formó un comité de salvamento, con la presidencia y secretaría ocupadaspor franceses, pero con la participación de Gran Bretaña, Suiza, Holanda, Bélgica y Estados Unidos,personificadas por prestigiosos y poderosos personajes, desde ministros hasta presidentes pertenecientes a losmás prestigiosos museos, bajo el asesoramiento de Timoteo Pérez Rubio. Las condiciones fundamentales paraello eran: la devolución una vez acabada la guerra a España, y que nunca pudieran ser objeto de embargo. La situación era tan desesperada que hubo que firmar con la luz de cerillas, ya que habían bombardeado elgenerador, y estaban sin corriente eléctrica, y una vez acabadas estas, salir al patio para concluir el tratado a laluz de los faros de un coche. Los cuadros se transportarían en camiones franceses a la sede de las Naciones Unidas y los gastos correríanpor cuenta de este Comité Internacional hasta Ginebra. Las obras irían acompañadas por un delegado español,tres técnicos y una secretaria. A la llegada se abrirían las cajas, se comprobaría el contenido y el recibo se ledaría al delegado del Gobierno español, con el compromiso de devolver las obras cuando se estableciera lapaz. Los 71 camiones conducidos por republicanos hasta la frontera se enfrentaban a las mayores dificultades. Elfin eminente de la guerra, producía una saturación de las carreteras y caminos, de camiones, gente a pie yvehículos de todas clases que huían a Francia, que había además cortado sus fronteras ante tal avalancha,mientras la Aviación alemana, de la legión Cóndor, la Legionaria italiana y la Franquista no paraban debombardear, pese a las peticiones reiteradas de no hacerlo, del Duque de Alba representante del gobierno deFranco en Londres. A lo que se unía el descontrol y la desesperación de soldados republicanos y evacuados dedicados al asalto yel pillaje. Tras múltiples circunstancias, a las que no fueron ajenos los intentos de recuperación de los envíos,ya en Francia, por parte de los franquistas, llegaron a Ginebra. Entonces comenzó otra labor no menos ardua,la de inventariar las obras depositadas, para saber entre otras cosas su estado. El inventario estaría realizadopor un Comité de expertos del grupo de extranjeros, al que se añadía Timoteo Pérez Rubio y José María GinerPantoja, las presiones del nuevo gobierno en el poder hicieron que se les uniera el gran pintor José Mª Sert,nombrado, oficiosamente, delegado por el Gobierno de Burgos. Tras el fin de la guerra, poco después de acabado el inventario de la amplísima cantidad de obras que habíansido depositadas, se pensó en una Exposición de las obras Maestras. La labor de los franquistas quitando elmérito de la evacuación y salvamento a Timoteo Pérez Rubio y el paso al Nuevo Régimen de losconservadores y restauradores, que habían ido comisionados por la Junta Central Republicana, hizo que cadavez estuviera más aislado.
La Exposición, fue concebida como una ofensiva política del nuevo Gobierno Español. Las reacciones no sehicieron esperar, las críticas llovieron de todas partes, sin embargo un acontecimiento de esta categoría eradifícil que fracasara, se cree que llegaron a pasar más de 400.000 personas, durante los tres meses en los queestuvo expuesta y acudiendo a la misma reyes y jefes de estado e incluso el mismo Alfonso XIII. Los ingresos,tras deducir gastos, fueron también importantes, unos 350.000 francos suizos, que pasaron a las cuentas delGobierno de Franco. Pero si bien fue importante la parte económica, no fue menor la propagandística, ya queera una entrada triunfal a en el mundo exterior, a través de la Cultura, del nuevo gobierno. ¡Quien le hubiera dicho a Timoteo, que su labor, acabaría produciendo tanto rédito político a un Régimen, quepudo haber reducido a cenizas, tras los bombardeos del Prado, las joyas mas preciadas del arte mundial, y quefinalmente se adjudicó el salvamento¡ La propaganda decía, que había sido el Gobierno Nacional el que habíasalvado el Patrimonio Artístico Nacional de las manos de los rojos y sus colaboradores. Las Historias siempre se repiten en todas la épocas. Pero aunque momentáneamente sea el vencedor quien la escribe, la Memoria histórica, no sufre nunca de Alzheimer, y acaba poniendo a cada uno en su lugar.
FUENTE: foroporlamemoria