Bandoleros de Sierra de Gata

Haciendo memoria de otros tiempos, resulta sugerente pensar que nuestra sierra fuera en tiempos escenario de escaramuzas bandoleras.

Aparte del halo legendario y lírico que siempre rodea al bandolero como prototipo de personaje romántico, rebelde y personificador de movimientos libres, nos cabe pensar paralelamente en una sierra más fragosa, con mayores arboledas y una naturaleza más salvaje en la que estos hombres se desenvolverían.

Con el actual aspecto semidesertizado que presenta gran parte de la sierra -sobre todo por los incendios forestales- hoy en día tal vez no encontrarían demasiado desahogo para poder esconderse.

Pero aparte de una presumible mayor fragosidad vegetal, lo que no ha variado es la disposición de los relieves. Cordales, collados, gargantas, cuevas, son elementos de una extensión de sierras diversas y continuaciones también montañosas tanto por Las Hurdes, al este, como por la Malcata portuguesa, al oeste.

Toda una cornisa para escudriñar, divisar y lanzarse al llano circundante por el norte y por el sur.

Otro aspecto que probablemente contribuiría al nacimiento y desarrollo de las cuadrillas sería la condición de frontera administrativa que ocupa la sierra. (...)

En áreas alejadas de los centros administrativos y de poder, los controles se relajan o no existen, conformándose una «tierra de nadie» propicia para las correrías.

Bajo esta idea podemos encuadrar las actuaciones de la cuadrilla de «El Semental», bandolero de origen portugués, que en 1842 tuvo un año movido: entre Cilleros, Moraleja, Casas de Don Gómez, Granadilla, Villanueva de La Sierra y Robledillo de Gata. Actuaban secuestrando a propietarios acaudalados, trasladados a Portugal y por los cuales exigía rescate monetario. Un vecino de Valverde llegó a pagar 35.120 reales por su liberación.

Estas circunstancias se agravarían en función de las condiciones políticas inestables y las veleidades deparadas por los conflictos bélicos en que se desenvuelve especialmente, el primer tercio del siglo XIX.

Al socaire del movimiento guerrillero frente a las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia (1808-1812), hubo quienes aprovecharon el río revuelto. De las partidas guerrilleras a la marginalidad bandolera el paso era breve. Acabada la guerra se abre un periodo que política y socialmente da pie y consolida graves desigualdades sociales con movi¬mientos de balanza en el poder entre absolutistas y liberales, con distintas reacciones de grupos en los que era confuso discernir entre la rebeldía política y el mero buscarse la vida.

No podemos dejar de considerar, en este contexto de la primera mitad del XIX, la relativa prosperidad económica de la comarca de Sierra de Gata. Así podemos deducir de los comentarios que Pascual Madoz -en torno a 1845- refiere sobre la Sierra como «una de las comarcas más ricas de la provincia», riqueza que se sostiene sobre la variedad de producciones de la misma y el intercambio económico tradicional tanto con el llano como con «Castilla».

Y eran las rutas seguidas por estos intercambios, a través de los tradicionales puertos y calzadas, uno de los objetivos primordiales de las actuaciones bandoleras, perpetrando robos a arrieros y viajeros en general. Ello sin descartar los asaltos a casas de campo aisladas y los secuestros, ya mencionados. Siempre en grupos poco numerosos para tener mayor movilidad. A buen seguro que en estas condiciones se desenvolverían Silvestre Martín, alias «Manso», y Santiago Fernández, detenidos en San Martín de Trevejo en 1839.

Los esfuerzos de las autoridades por acabar con este tipo de actividades fueron diversos. Y será con la progresiva implantación de la Guardia Civil, creada en 1844, cuando se empieza a controlar de manera más estricta lo que había sido tarea ocasional de los Cuerpos de Voluntarios Reales, dotaciones de escopeteros, milicias y columnas militares.

Así, en 1856 será capturado en Torre de Don Miguel Francisco Hernández «El Lobo», el último bandolero de Sierra de Gata.

Pedro Ollero
Antonio Mateos


FUENTE: AGATAE. Revista de la Sierra de Gata. 1991