2 de agosto de 1936
El enfrentamiento armado más importante que tuvo lugar en la provincia de Cáceres durante las primeras jornadas de la guerra civil fue el conocido como «batalla de Villamesías». En ella, tropas del Regimiento Argel, ayudadas por la Guardia Civil y por las Falanges de Miajadas y Zorita, se enfrentaron a varias columnas de republicanos que iban mandadas por el Gobernador Civil de Ciudad Real. Ese fue el intento más serio de reconquistar la provincia de Cáceres que los republicanos hicieron durante los primeros embates del conflicto. Las milicias formadas por obreros y campesinos, fueron diezmadas sin compasión en una emboscada tendida cerca de Villamesías. Demostraron un fervoroso ardor patriótico, pero al carecer de una mínima preparación militar y al enfrentarse a tropas mayoritariamente profesionalizadas, su derrota fue estrepitosa.
Todo comenzó cuando el capitán de la Guardia Civil, Gómez Cantos, se negó a acatar las órdenes de las autoridades militares de Badajoz que le conminaban a permanecer fiel a la república. El capitán, junto las tropas a su mando en Villanueva de la Serena, se adhirió al levantamiento, instigado por el comandante Vázquez desde Cáceres. El pueblo fue sitiado por las milicias republicanas. Desde Miajadas se le enviaron refuerzos de la Guardia Civil y de la Falange. Este contingente de fuerzas resistió lo que pudo dentro de la población, pero su inferioridad numérica respecto a los sitiadores le forzó a abandonar la localidad el día 29 de julio. Junto con los guardias civiles, marcharon hacia Miajadas los militares del centro de reclutamiento y cerca de doscientas familias de ideología conservadora.
Las milicias de Ciudad Real mandadas por el Gobernador Civil, que habían sido las artífices de este éxito militar, decidieron entonces iniciar una ofensiva sobre la provincia de Cáceres. El plan era muy simple: consistía en avanzar hasta Miajadas y, desde allí, dirigirse a Trujillo. En este punto esperaban enlazar con refuerzos de la zona de Navalmoral para caer después sobre Cáceres. Les animaba la conquista de Villanueva y el convencimiento de que apenas encontrarían resistencia en su camino hacia la capital.
Las tropas gubernamentales avanzaron sin oposición hasta Miajadas. Allí la columna se dividió en dos; una cercó el pueblo, dentro del cual había organizado la resistencia el capitán Gómez Cantos al frente de doscientos hombres, entre guardias y falangistas. Su objetivo era tomar el pueblo, para avanzar después por la carretera de Zorita y adueñarse de esa localidad. La otra escisión de la columna originaria se dirigió, a bordo de once camiones, hacia Trujillo, a través del Puerto de Santa Cruz.
El capitán Gómez Cantos logró comunicar con el mando del Regimiento Argel, informándole del sitio del pueblo y de la existencia de vehículos blindados. Rápidamente salieron de Cáceres varias compañías del Regimiento Argel. Éstas, que llevaban montadas varias ametralladoras en lo alto de sus vehículos, se toparon con los republicanos a la altura de Villamesías. La emboscada resultó fulminante. Los milicianos fueron sorprendidos sin tener tiempo para reaccionar, y sus fuerzas fueron barridas literalmente por las ametralladoras nacionales. Aquellos que pudieron escapar del fuego cruzado huyeron en sus vehículos sin esperar a los que habían quedado en tierra. El desbarajuste republicano fue absoluto. Según el diario «Hoy» (28-8-36), las fuerzas gubernamentales sufrieron cerca de 300 muertos.
El día 4 de agosto, el general Queipo de Llano, en sus famosas charlas radiofónicas, narraba el hecho así: «Una fuerte columna de camiones atacó Zorita y Miajadas, otra columna atacó Trujillo, siendo batidos en Puerto de Santa Cruz y Villamesías por las columnas del Ejército, que les hizo más de doscientos muertos y once heridos graves (...) Se les cogió a esta fuerza 10 camiones, un coche ligero, 64 mosquetones nuevos, pistolas, gran cantidad de municiones y dos barriles de dinamita». Por el armamento capturado, se puede comprobar el alto idealismo y el escaso pertrecho militar de la columna de Ciudad Real en su intento de conquistar Cáceres. Entre los pocos hombres que pudieron escapar a la emboscada de Villamesías se encontraba el Gobernador Civil de Ciudad Real y algunos de los reporteros que lo acompañaban como corresponsales de guerra.
Una vez diezmada la milicia gubernamental, las tropas nacionales avanzaron hacia Miajadas, rompiendo el cerco de la población al atardecer del día 3 de agosto. Los republicanos se retiraron en desbandada, terminando así el sueño de conquistar Cáceres. Habría que esperar hasta mediados de agosto, cuando el general Riquelme iniciara las ofensivas de Guadalupe y Navalmoral, para asistir a un nuevo intento republicano de penetrar en la provincia. Según Queipo, en la batalla de Villamesías y en el cerco de Miajadas las tropas nacionales no sufrieron más bajas que un guardia civil muerto y otro herido, cifras que parecen genuinamente dictadas por la propaganda militar.
FUENTE: gerracivilcc
El enfrentamiento armado más importante que tuvo lugar en la provincia de Cáceres durante las primeras jornadas de la guerra civil fue el conocido como «batalla de Villamesías». En ella, tropas del Regimiento Argel, ayudadas por la Guardia Civil y por las Falanges de Miajadas y Zorita, se enfrentaron a varias columnas de republicanos que iban mandadas por el Gobernador Civil de Ciudad Real. Ese fue el intento más serio de reconquistar la provincia de Cáceres que los republicanos hicieron durante los primeros embates del conflicto. Las milicias formadas por obreros y campesinos, fueron diezmadas sin compasión en una emboscada tendida cerca de Villamesías. Demostraron un fervoroso ardor patriótico, pero al carecer de una mínima preparación militar y al enfrentarse a tropas mayoritariamente profesionalizadas, su derrota fue estrepitosa.
Todo comenzó cuando el capitán de la Guardia Civil, Gómez Cantos, se negó a acatar las órdenes de las autoridades militares de Badajoz que le conminaban a permanecer fiel a la república. El capitán, junto las tropas a su mando en Villanueva de la Serena, se adhirió al levantamiento, instigado por el comandante Vázquez desde Cáceres. El pueblo fue sitiado por las milicias republicanas. Desde Miajadas se le enviaron refuerzos de la Guardia Civil y de la Falange. Este contingente de fuerzas resistió lo que pudo dentro de la población, pero su inferioridad numérica respecto a los sitiadores le forzó a abandonar la localidad el día 29 de julio. Junto con los guardias civiles, marcharon hacia Miajadas los militares del centro de reclutamiento y cerca de doscientas familias de ideología conservadora.
Las milicias de Ciudad Real mandadas por el Gobernador Civil, que habían sido las artífices de este éxito militar, decidieron entonces iniciar una ofensiva sobre la provincia de Cáceres. El plan era muy simple: consistía en avanzar hasta Miajadas y, desde allí, dirigirse a Trujillo. En este punto esperaban enlazar con refuerzos de la zona de Navalmoral para caer después sobre Cáceres. Les animaba la conquista de Villanueva y el convencimiento de que apenas encontrarían resistencia en su camino hacia la capital.
Las tropas gubernamentales avanzaron sin oposición hasta Miajadas. Allí la columna se dividió en dos; una cercó el pueblo, dentro del cual había organizado la resistencia el capitán Gómez Cantos al frente de doscientos hombres, entre guardias y falangistas. Su objetivo era tomar el pueblo, para avanzar después por la carretera de Zorita y adueñarse de esa localidad. La otra escisión de la columna originaria se dirigió, a bordo de once camiones, hacia Trujillo, a través del Puerto de Santa Cruz.
El capitán Gómez Cantos logró comunicar con el mando del Regimiento Argel, informándole del sitio del pueblo y de la existencia de vehículos blindados. Rápidamente salieron de Cáceres varias compañías del Regimiento Argel. Éstas, que llevaban montadas varias ametralladoras en lo alto de sus vehículos, se toparon con los republicanos a la altura de Villamesías. La emboscada resultó fulminante. Los milicianos fueron sorprendidos sin tener tiempo para reaccionar, y sus fuerzas fueron barridas literalmente por las ametralladoras nacionales. Aquellos que pudieron escapar del fuego cruzado huyeron en sus vehículos sin esperar a los que habían quedado en tierra. El desbarajuste republicano fue absoluto. Según el diario «Hoy» (28-8-36), las fuerzas gubernamentales sufrieron cerca de 300 muertos.
El día 4 de agosto, el general Queipo de Llano, en sus famosas charlas radiofónicas, narraba el hecho así: «Una fuerte columna de camiones atacó Zorita y Miajadas, otra columna atacó Trujillo, siendo batidos en Puerto de Santa Cruz y Villamesías por las columnas del Ejército, que les hizo más de doscientos muertos y once heridos graves (...) Se les cogió a esta fuerza 10 camiones, un coche ligero, 64 mosquetones nuevos, pistolas, gran cantidad de municiones y dos barriles de dinamita». Por el armamento capturado, se puede comprobar el alto idealismo y el escaso pertrecho militar de la columna de Ciudad Real en su intento de conquistar Cáceres. Entre los pocos hombres que pudieron escapar a la emboscada de Villamesías se encontraba el Gobernador Civil de Ciudad Real y algunos de los reporteros que lo acompañaban como corresponsales de guerra.
Una vez diezmada la milicia gubernamental, las tropas nacionales avanzaron hacia Miajadas, rompiendo el cerco de la población al atardecer del día 3 de agosto. Los republicanos se retiraron en desbandada, terminando así el sueño de conquistar Cáceres. Habría que esperar hasta mediados de agosto, cuando el general Riquelme iniciara las ofensivas de Guadalupe y Navalmoral, para asistir a un nuevo intento republicano de penetrar en la provincia. Según Queipo, en la batalla de Villamesías y en el cerco de Miajadas las tropas nacionales no sufrieron más bajas que un guardia civil muerto y otro herido, cifras que parecen genuinamente dictadas por la propaganda militar.
FUENTE: gerracivilcc