Lusitanos

En sentido estricto, el étnico se refiere a uno de los pueblos prerromanos, que habitaban los territorios occidentales de la Península Ibérica comprendidos entre el curso bajo el Duero y del Tajo, siendo su núcleo territorial la Sierra de la Estrella y penetrando en Extremadura, cuya mitad occidental dominaban aproximadamente.


Desde el punto de vista étnico y lingüístico, los lusitanos son un pueblo indoeuropeo, afín a los celtíberos, vetones y otras tribus célticas de la Península Ibérica; su nombre se relaciona con el de los lusones, uno de los pueblos celtibéricos, asentado en la confluencia de los valles del Jalón y el Ebro.

La lengua de los lusitanos se conoce gracias a distintas inscripciones, escritas en alfabeto latino pero en lengua indígena, procedentes de Lamas de Moledo (Viseu), Cabero das Fraguas (Guarda) y Arroyo de la Luz (Cáceres). Las investigaciones de diversos lingüistas, pero muy especialmente las de Antonio Tovar, despejaron las numerosas dudas que existían sobre el carácter ligur, ibérico, céltico, etc. de los lusitanos, demostrando claramente su origen indoeuropeo.

Hacia el siglo VI a. C. los lusitanos se asentarían en el territorio en que se les conoce en tiempos históricos. Dada su estructura social rudimentaria, su alta demografía, y su fuerza militar, que los llevaba a expansionarse en el momento de comenzar la conquista romana, los lusitanos extendieron su influencia sobre otros pueblos de menor importancia, como los túrdulos, pesuros o célticos. Es difícil por ello definir los límites de los lusitanos con respecto a los pueblos prerromanos que los rodeaban. Por el norte los limitaba el Duero; por el oeste el océano Atlántico; por el sur el Tajo, aunque desde mediados del siglo II a. C. habían comenzado a extenderse al sur de este río; y por este, la frontera más imprecisa, penetraban en las zonas llanas de Cáceres y Badajoz ocupando la mitad occidental de estas provincias. Entre las ciudades que les pertenecían están Aretium (Alvega), Aeminium (Coimbra), Sacallabis (Santarém), Caurium (Coria), Ebura (Evora) y Norba Caesarina (Cáceres).

Los lusitanos vivían sobre todo del pastoreo, que en las llanuras aluviales de los ríos se complementaba con la agricultura, sobre todo de cereal: trigo, cebada y mijo. El ganado más importante era el ovino, porcino y caballar. Se conocen distintas representaciones de ovejas y de cabras en bronces lusitanos, y son famosas las representaciones escultóricas en piedra de cerdos y jabalíes conocidas popularmente como verracos. Los caballos lusitanos de la desembocadura del Tajo eran célebres por su velocidad, y los lusitanos gozaron fama de buenos jinetes en la antigüedad, proporcionando unidades auxiliares de caballería al ejército romano. La caza y la pesca, muy abundante sobre todo en el Tajo, constituían un complemento económico importante. A estas fuentes de riqueza hay que añadir la minería. Las minas de plomo y de plata de Medubriga y de Vipasca (Aljustrel) probablemente fueron ex¬plotadas antes de la época romana; los ríos, especialmente el Tajo, transportaban arenas auríferas y argentíferas que también eran explotadas. Se desconocen, en cambio, cuales eran las formas de propiedad predominantes en época prerromana. Los ganados eran propiedad privada de las familias y constituían, como en otros muchos pueblos de la Antigüedad, la riqueza más importante. Las guerras de los lusitanos contra otros pueblos consistían en realidad en razzias para robar ganados, y no en verdaderas guerras de anexión territorial. Distintos autores clásicos mencionan que el desigual reparto de la tierra, la mayor parte de la cual estaba en manos de una aristocracia, obligaba a los desheredados a constituir bandas que atacaban y saqueaban los territorios de otros pueblos más ricos, o incluso los que ya estaban sometidos los romanos.

Existía un comercio en época prerromana que era principalmente un tráfico de de metales que bordeaba la costa portuguesa desde el noroeste peninsular hacia el Estrecho de Gibraltar o que franqueaba de norte a sur los puertos de Montaña.

Pruebas del comercio con el Mediterráneo son los vasos griegos de Alcacer do Sal y, en general, en los hallazgos de monedas y cerámicas griegas en los yacimientos costeros o de la mitad meridional de Portugal.

El urbanismo estaba poco desarrollado. La población vivía en castros o en poblados de tipo céltico, con fuertes murallas de mampostería recibida sin adobe o cemento y casas de mampostería y ramajes de forma circular o rectangular, desde los que se vigilaba el territorio circundante que era explotado económicamente. Alguno de estos oppida fueron fortificados por los romanos al constituir puntos defensivos y de penetración en territorio estratégicos, como Olisipo (Lisboa), Caurium (Coria) o Norba Caesarina (Cáceres). Partiendo de esta función militar, durante la época romana estos lugares se desarrollaron como ciudades.

Dado que los lusitanos realizaban continuas incursiones contra los territorios del sur peninsular, ya sometidos a los romanos desde mediados del siglo II a. C., Roma comenzó la conquista de su territorio a fin de dominarlos. Ya en el año 194 a.C. los lusitanos lanzaron una gran incursión sobre la Bética. En el 155 a.C. los lusitanos, en compañía de los vettones, constituyeron un gran ejército que mandado por Púnico derrotó a los pretores romanos Manilio y Pisón, penetró en Andalucía y comenzó a atacar y saquear las ciudades de la costa mediterránea. Frente a una de ellas, Púnico murió de una pedrada y fue sustituido en el mando por Cesaros (154-152 a. C.). Este derrotó al gobernador de la provincia de Hispania Ulterior, L. Mumio, arrebatándole las insignias militares que paseó triunfalmente por celtiberia, impulsando a los celtíberos a sublevarse contra Roma.

Luego cruzaron el Estrecho y saquearon el N. de África hasta que al fin Mumio logró derrotarlos en las proximidades de Tánger. Las guerras contra los lusitanos de M. Atilio (152 a.C.) y de S. Galba (150 a.C) fueron dominándoles progresivamente. Galba prometió repartirle tierras si éstos dejaban las armas pero, una vez desarmados, los asesinó pérfidamente.

La tradición que vincula la figura de Viriato a los supervivientes de la matanza de Galba no es histórica. A partir del año 147 a.C. hasta el 139 a. C. Viriato combatió a los romanos; las campañas de Viriato constituyen la mayor manifestación de lo que se ha llamado el bandolerismo lusitano y cuyas causas económicas han sido expuestas anteriormente; no obstante, la guerra tomó tal envergadura que en algún momento parece que llegó a revestir un carácter de abierta oposición a Roma y a constituir el intento de formar una gran poder independiente del romano en la Península, tal vez una monarquía.

En el año 140 alcanzó Viriato su mayor poder, dominando incluso ciudades de la Bética. Roma concluyó con él una paz pero ésta fue rota por Quinto Servilio Cepión, quien en 139 a. C. compró a los traidores Ditalco, Audax y Minuro que asesinaron al jefe lusitano.

Viriato fue sustituido por Tautalo en 138 que, derrotado por los romanos, tuvo que capitular, siendo establecidos los lusitanos de su ejército en Valentia (Valencia de Alcántara).



FUENTE: Gran Enciclopedia Extremeña. Tomo VI