El secreto de Belmonte



(...) los judíos de Belmonte tomaron una solución diferente y radical al decidir practicar su fe en una comunidad secreta, aislada y muy estricta que recibe el nombre de marranos. Una parte de ellos (básicamente sólo la comunidad de Belmontey algunas otras familias aisladas) sobreviven hoy en día practicando la endogamia y manteniendo muy poco contacto con el mundo exterior. Hace todavía poco tiempo que han reestablecido el contacto con la comunidad judía internacional y que practican su religión en una sinagoga pública con un rabino formal.


> Los criptojudíos de Belmonte

Las historias de las comunidades judías en aislamiento nos pueden llevar a rincones bastante misteriosos, como el que habitan los cripto-judíos portugueses de la aldea de Belmonte. Sus humildes integrantes se salvaron del largo brazo de la Inquisición por su condición de pobres, al no constituir una tentación para la Iglesia, que se apoderaba de los bienes de aquellos judíos ricos que no lograban certificar su sincera conversión. Hoy en día, estos pobladores de Belmonte se autodefinen como "de raza judía y religión cristiana", y no entienden por qué cierran puertas y ventanas al encender velas de Shabat.

Isaac Bashevis Singer, primer escritor de lengua ídish en obtener el Premio Nobel de Literatura en el año de 1978, tiene una historia muy peculiar por dos razones: primero, porque no es común en su obra que toque el tema de judíos sefaradíes cuando la mayoría de sus protagonistas en sus novelas y cuentos vienen del mundo del shtetl o de las grandes ciudades europeas de Polonia. Segundo, hasta que el lector no se topa con el cuento "Shabat en Portugal", difícil le sería imaginarse que Bashevis Singer también invirtió su gran imaginación y talento dedicando un cuento al tema de los cripto-judíos.

En "Shabat en Portugal", el escritor-protagonista se encuentra en problemas en Lisboa y recuerda que uno de sus editores le dio la tarjeta con un número de teléfono de un señor a quien conoció en uno de sus viajes a Portugal: El señor Miguel de Albeira. Poco a poco la trama nos va llevando de las descripciones del viajero sobre las calles de Lisboa y de la actitud amable y abnegada del desconocido portugués para con un escritor norteamericano en lengua ídish, hasta el misterio del por qué Miguel de Albeira se interesa tanto en el judaísmo del escritor. En una cena de viernes por la noche en su casa y en compañía de su familia, el señor de Albeira le anuncia de repente al escritor-protagonista: "Yo soy judío". Y así, el escritor comprende que aquel hombre que sueña con establecerse en Israel pensando que todos los judíos son religiosos e idealizando al pueblo que protagonizó el milagro de la Guerra de los Seis Días, aquel hombre que conserva un libro de responsa escrito en esa lengua extraña que no entiende, escrito siglos atrás por uno de sus antepasados, es un descendiente de cripto-judíos, es decir, de una familia que en algún momento fue forzada a convertirse al cristianismo en la Península Ibérica para liberarse del yugo de la Inquisición. Sólo que obviamente, los antepasados del personaje de "Shabat en Portugal" continuaron practicando su judaísmo en secreto y comportándose como católicos públicamente, hasta que en un eslabón de la cadena familiar, la asimilación hizo de las suyas y sólo quedó el orgullo y el deseo de regresar a la fe mosaica de Miguel de Albeira y de sus hijos.

Unos Cristianos Extraños

No contaré más sobre el cuento de Bashevis Singer para no quitar el placer a aquellos que lo hagan en un futuro y tampoco me detendré en la polémica entre algunos académicos que debaten hasta hoy en día, si algunos descendientes de cripto-judíos dispersos en todo el mundo que mantienen algunos ritos de sus antepasados -si bien no comprenden la razón de ser de estos ritos- son en realidad cristianos con vestigios de la simbiosis que sufrieron los judíos conversos o "cristianos nuevos", o sin son un remanente de Israel que deben recibir ayuda del Estado de Israel y la comunidad judía internacional para regresar a la fe y cultura de sus antepasados.

Vale la pena, en todo caso, preguntarse por qué Bashevis Singer decidió ubicar su historia en Portugal y no en España. Quizá, el prestigioso escritor estaba bien enterado de la historia de la judería de Portugal, incluyendo los intentos de atraer al judaísmo a varias familias dispersas en el norte de ese país, en la década de los `30 de nuestro siglo que se despide. En 1917, un ingeniero de minas llamado Samuel Swartz, llegó a Portugal por razones de trabajo y se fue interesando en historias que escuchaba de habitantes de aldeas cercanas a la ciudad de Oporto, que contaban de unos cristianos extraños que tenían unos ritos secretos y no se integraban del todo a las iglesias de sus pueblos. Swartz, decidió "excavar" en las piedras fundamentales de ese misterio y descubrió que se trataba de familias descendientes de cripto-judíos de la época de 1ª Inquisición. Lentamente tuvo acceso a sus ceremonias litúrgicas secretas en las cuales el nombre de Dios se recitaba con la palabra "Adonai" y estudió sus ceremonias de las festividades de Pesaj, Iom Kipur y otros ritos de origen judío. Las descripciones de Swartz quedaron registradas en su libro "New Christians in Portugal in the 20th Century".

El "descubrimiento" de cripto-judíos en Portugal, llevó a un grupo de idealistas encabezados por uno de sus descendientes, el Capitán Arturo Carlos Barro Basto a estimular a sus hermanos a regresar al judaísmo. A edad algo avanzada, luego de haber fundado un modesto centro de estudios judaicos en Oporto, "El Seminario Teológico Rosh Piná", y de editar una publicación llamada Ha-Lapid (La Antorcha) dedicada a presentar traducciones de la liturgia sefardita y artículos sobre la fe mosaica y la cultura judía, Barro Basto, héroe local del movimiento republicano en Portugal y militar de profesión, viajó a Tanger a ser circuncidado y se casó con la hija de una familia prominente de Lisboa. La historia de Barro Basto merece un artículo en sí mismo, pero limitémonos aquí, a mencionar que entre los esfuerzos de este líder de la ciudad por fundar una comunidad judía vibrante en Oporto formada por cripto-judíos "volviendo al judaísmo", fue la construcción de una grandísima y hermosa sinagoga para atraer a sus hermanos portugueses, especialmente los descendientes de cripto-judíos de la zona de Barganza.

Un Quijote com Enemigos Reales

En 1938, la sinagoga (llamada Kadoorie en honor del filántropo que la financió), fue inaugurada con la presencia de personalidades judías de todo el mundo y unos cuantos descendientes de cripto-judíos que confusos y con cierto miedo, se acercaron a presenciar un rezo de Shabat. Este evento que debió ser el zenit de una época de oro para la judería de Oporto, quedó más bien como una anécdota de la historia puesto que no había comunidad judía en Oporto para mantener una asistencia respetable a la sinagoga, los cripto-judíos nunca llegaron en masa al lugar y la comunidad internacional fue desinteresándose del tema ante los inminentes retos que el nazismo les planteó en Europa.

Barro Basto murió solo luego de pasar los úlitmos años de su vida como el Quijote con sus proyectos imposibles pero con enemigos reales de la Iglesia de Oporto que, desconfiados ante su lucha por "despojar la fe cristiana de muchos habitantes de Portugal", lo calumnió hasta el punto de quitarle su promoción en el ejército de Portugal.

¿Y quiénes son esos cripto-judíos de la zona de Braganza que no respondieron al llamado de Barro Basto en la década de los `30? El caso más resaltante y quizá, el único, de una comunidad entera de cripto-judíos, lo que algunos académicos llaman "Los últimos cripto-judíos o judíos secretos de Portugal", es el de la comunidad de descendientes de judíos de una villa llamada Belmonte.

El caso de los cripto-judíos de Belmonte ha sido documentado en cortometrajes y también, estudiado en algunos libros como "Los últimos cripto-judíos de Portugal" de David Augusto Canelo, o el capítulo del libro de Dan Ross Acts of Faith, llamado "The Not-So-Secret Jews of Portugal". La literatura sobre este grupo de descendientes de nuevos cristianos que se sienten diferentes a los viejos cristianos del pueblo (y que son vistos como "judíos" por éstos), va acaparando cada vez más la atención de historiadores y periodistas y cada vez se publican más trabajos sobre esta comunidad en Portugal.

El Largo Brazo de la Inquisicion

Las familias tradicionales de cristianos en Belmonte aseguran que es fácil reconocer a los "nuevos cristianos" o cripto-judíos de la villa. Dicen que sus rasgos físicos los delatan, aunque el ojo del visitante extranjero no podría distinguir a los católicos "puros" de aquellos que tienen la curiosa tendencia a celebrar ritos "extraños" en la privacidad de sus hogares. Los descendientes de cripto-judíos de Belmonte, conservaron buena parte de las tradiciones de sus antepasados precisamente por la misma razón que muchas comunidades judías se asimilaron totalmente: aislamiento. Belmonte se encuentra en una zona montañosa y distante de los centros urbanos de Portugal y en la época de la Inquisición, cuando se perseguía a los conversos que no acataban la fe católica renunciando totalmente a su judaísmo, los funcionarios de la Santa Sede se preocuparon por supervisar los casos de las comunidades más grandes y prosperas, pues así, tomaban posesión de las pertenencias de los judíos y en caso de encontrarlos culpables de herejía, los multaban y continuaban obteniendo ganancias económicas de estos judíos conversos. Pero Belmonte estaba demasiado lejos y su gente, incluyendo, sus "nuevos cristianos" eran muy pobres como para enviar a funcionarios de la Inquisición a controlar la "pureza" de su cristiandad.

Con el paso del tiempo los descendientes de conversos en Belmonte se integraron a la Iglesia del pueblo y nominalmente todos son católicos, cumpliendo con los ritos de bautismo, matrimonio y entierros de acuerdo a los ritos cristianos. Pero una vez al año, tienen la "extraña costumbre" de celebrar un día de ayuno el cual llaman el "Día Puro" (quizá una deformación de Purim), los viernes por la noche encienden velas en sus casas herméticamente cerradas para que nadie pueda enterarse (no necesariamente por miedo, si no porque sus antepasados les enseñaron que cerrar puertas y ventanas es parte del rito) y celebran la festividad del Pan Santo en la cual preparan una especie de galleta sin levadura. Normalmente, esta festividad concuerda con la Pascua cristiana, la cual ellos también celebran en la Iglesia, pero al tercer día de esta festividad, la comunidad de descendientes de cripto-judíos se congrega en el río Zezere que surca al pueblo y conmemoran la partición del Mar Rojo por parte de Moisés con cánticos y rezos propios que incluyen la palabra "Adonai" para referirse a Dios.

La liturgia de esta congregación es pasada de generación en generación de madres a hijas y son las mujeres las que toman la iniciativa de la preparación de las fiestas. A la hora de matrimonio, los cripto-judíos de Portugal suelen casarse entre ellos y celebran una boda privada en casa con sus propios rezos para luego hacer una boda oficial en la Iglesia. Por supuesto, los sacerdotes de Belmonte opinan que su pueblo tiene unos "judíos muy raros" pero no tienen inconveniente en recibirlos dentro de la congregación de feligreses cristianos, aunque ven a los cripto-judíos como un grupo algo descarriados.

Identidad Dual

Los cripto-judíos de Portugal se saben diferentes, están conscientes que llevan la tradición de sus antepasados judíos pero no les es del todo claro que sean judíos. A veces se definen como cristianos y a veces como judíos, a veces temen que el resto del pueblo se entere de sus prácticas secretas y a veces se enorgullecen en hacerlas públicas. Viven en una dualidad, que quizá, es lo que más ilustra la ironía del "marranismo", puesto que tras muchas generaciones de vivir entre judaísmo y cristianismo, el cripto-judaísmo de esta congregación se basa exactamente en ser una identidad en la cual ambas religiones y tradiciones se combinan haciendo casi imposible para el cripto-judío distinguir qué es cristiano y qué es judío.

Ha habido intentos de visitantes judíos e incluso, de funcionarios del Estado de Israel de promover la enseñanza judía e incluso la inmigración a Israel de esta comunidad, pero la sospecha y el miedo a perder una identidad que con tanta persistencia han mantenido por tantas generaciones, ha hecho prácticamente imposible convencer a los cripto-judíos de Belmonte en marcharse del pueblo o abandonar sus tradiciones cristianas. Su identidad también se sostiene de la Iglesia y de Jesús y de los sacerdotes. Como algunos académicos lo han definido, los casos modernos de descendientes de cripto-judíos son casos de grupos que se encuentran en "una tierra de nadie" en donde las influencias de los pobladores de ambos lados de esa frontera se convierten en parte de la identidad de la comunidad.

Es común entre los cripto-judíos de Belmonte definirse como de "raza judía" pero de religión cristiana. El caso de esta comunidad es importante, porque puede darnos una idea de la religión de los descendientes de nuevos cristianos que al tratar de regresar a comunidades judías en Amsterdam, Turquía y otras comunidades judías de países europeos libres del yugo inquisitorial, confrontaron el problema de que los líderes de estas juderías los consideraban ya cristianos por sus ritos, sus creencias sincréticas y porque eran hijos de madres cristianas.

Pero la historia de la comunidad de cripto-judíos en Belmonte es mucho más fascinante e importante, a nivel de la supervivencia de una noción de judaísmo, que las conclusiones o libros que académicos que originan eternos debates que poco interesan a los que buscan aprender el secreto de la identidad de estos hombres y mujeres humildes de Portugal. Una anécdota puede servirnos para cerrar este artículo, que debería ser el comienzo de un estudio más profundo para aquellos interesados en ahondar en la identidad y los retos de está y otras comunidades judías en aislamiento:

En 1918 Samuel Swartz observó como un comerciante cripto-judío de Belmonte discutía sobre la venta de su mercadería a un cliente que venía de las afueras del pueblo. Era viernes por la noche y los dos hombres no lograron cerrar el trato. Después de cenar, el comprador decidió aceptar el precio del comerciante cripto-judío pero para su sorpresa, éste se negó a cerrar el trato. Al día siguiente, sábado, el comprador volvió a insistir al comerciante que le vendiera al preció fijado la mercadería, pues debía marcharse ese día de Belmonte, y el cripto-judío simplemente le decía: "Regrese por la noche". Por supuesto, el comprador comenzó a dudar de la buena fe de este comerciante e incluso dudó que tenía la mercadería -quizá se la había vendido a otro- pero decidió esperar hasta la noche y no sólo recibió todo lo acordado, sino que a un precio incluso menor que el fijado por el vendedor.

Cuenta Samuel Swartz, que él debió explicarle a este confundido cliente, que el vendedor había actuado de acuerdo a su fe judía aún, quizá, sin tener conciencia de ella. De acuerdo con el judaísmo, en Shabat está prohibido hacer negocios pero aún mas, está prohibido también beneficiarse de ninguna ventaja que el descanso sabático de una manera accidental podría originar.
Y así como esta anécdota, hay muchas otras que atesorar de la comunidad de cripto-judíos de Belmonte en Portugal.

Ariel Segal Departamento de Hagshamá de la Organización Sionista Mundial)

FUENTE:
zezepina





> Los marranos extremeños de Belmonte

A media hora de la Raya cacereña, los descendientes de los judíos expulsados de Castilla en 1492 han abierto una sinagoga y un Museo del Criptojudaísmo

AÑO de 1492. Por sorpresa, un decreto de los Reyes Católicos sacude las aljamas de Cáceres, de Hervás, de Valencia de Alcántara, de Alburquerque. Los judíos deben salir inmediatamente del país. Se organiza el éxodo a toda prisa. La Frontera, hasta entonces un crisol de tres culturas, se ve zarandeada por la uniformidad forzada: o cristiano o expulsión.

La caravana de expatriados cruza a Portugal por Valverde del Fresno, por Zarza la Mayor, por Valencia de Alcántara, La Codosera o Badajoz. Una placa junto al puente medieval de Marvao, a un paso de su piscina natural, recuerda que los judíos extremeños cruzaron por aquel lugar hace más de medio milenio.

El pueblo hebreo extremeño se diseminó por diversas localidades: los del norte, a Belmonte y a los pueblos de la Sierra de la Estrella. Los del centro y el sur, a Marvao, a Castelo de Vide, a Évora y Lisboa. Unos 100.000 judíos castellanos y aragoneses fueron acogidos por el reino de Portugal previo pago de una indemnización por los Reyes Católicos.

Bautizo colectivo

Pero la persecución no acababa ahí. Cuatro años después, en 1496, los judíos extremeños en Portugal y todos sus correligionarios eran obligados por el rey luso, debido a la imposición matrimonial de una infanta castellana, a bautizarse colectivamente. A estos conversos judaizantes se les llamó de manera insultante marranos. El apelativo acabó lexicalizándose y así se conoció y se conoce a los judíos portugueses descendientes de los hebreos extremeños y españoles, a los criptojudíos que eran oficialmente cristianos, pero seguían clandestinamente la Torá y el Talmud.

Estos criptojudíos o marranos extremeños sufrieron diversos avatares en Portugal. Algunos fueron asimilados paulatinamente por el entorno católico. Otros emigraron a Amsterdam, Orán, Salónica o Estambul. Hubo un grupo que se quedó en un pequeño pueblo de la Sierra de la Estrella llamado Belmonte y muchos sufrieron persecución y muerte en uno de los progroms más cruentos que se conocen: el del 19 de abril de 1506 en Lisboa.

La capital portuguesa era azotada en esas fechas por la peste y las masas supersticiosas encontraron rápidamente un culpable con quien ensañarse: el judío. Cuentan las crónicas que ese día de abril de hace 500 años, algunos lisboetas aseguraron que un crucifijo de la iglesia de Santo Domingo resplandecía milagrosamente. Un judío converso y lúcido explicó el brillo por los efectos de la llama de una vela. La masa, frustrado el milagro, linchó y quemó al cristiano nuevo y formó una chusma que recorrió Lisboa durante tres días asesinando, violando y quemando 2.000 hombres, mujeres y niños judíos.

En 1531, los judíos volvieron a ser acusados de ser culpables de un terremoto que asoló Lisboa, aunque esta vez se pudo detener el inminente linchamiento. Mientras tanto, en Belmonte, una aldea situada a media hora de la frontera cacereña, 200 judíos conversos vivían una existencia tranquila, alejados de las persecuciones inquisitoriales.

Pasaron los siglos y estos marranos belmontinos, varios de ellos descendientes de judíos extremeños, mantenían costumbres peculiares como encender una vela los viernes por la noche escondida dentro de una vasija o rezar a san Moisés y a la reina Esther. A medida que el miedo desaparecía, su criptojudaísmo iba saliendo a la luz. Con la dictadura de Salazar aún debían tener cuidado, pero tras la Revolución de los Claveles, se sintieron por fin libres.

En 1996, 490 años después del progrom de Lisboa, inauguraron su sinagoga y este año de 2006, medio milenio después de la matanza lisboeta, han inaugurado el Museo Judío de Belmonte: un homenaje a los sacrificados de Lisboa y a los perseverantes de Belmonte, esos marranos extremeños y castellanos que jamás abandonaron Iberia, que han resistido 514 años en Sefarad.

J. R. Alonso de la Torre.30/07/2006


FUENTE: Hoy.es