El desastre de Torrejón

El viernes 22 de octubre de 1965, a las 9,30 de la mañana, una noticia corrió como reguero de pólvora por toda la nación: un grave accidente en la presa que se construía en el pueblo cacereño de Torrejór el Rubio. Aproximadamente 70 muertos y la pérdida de varios cientos de millones de pesetas fueron las conclusiones finales del suceso. Con anterioridad, las más peregrinas divagaciones y especulaciones se hicieron sobre el alcance del accidente. El final, el triste final, todavía retumba en la mente de los que vivieron tan dramáticos momentos.



La presa de Torrejón el Rubio la construía la empresa "Agromán" para Hidroeléctrica Española, y en ella trabajaban más de 4.000 obreros. La presa, situada sobre el río Tajo, en su confluencia con el Tiétar, era única en Europa por un sistema de enlace de aguas abajo con el pantano de Alcántara y aguas arriba con el de Valdecañas, para hacer trasvases de unos a otros.

La tromba de agua inundó el túnel
El accidente se produjo al ceder la rejilla de una de las compuertas del aliviadero y precipitarse la tromba de agua sobre el lecho seco del rio, donde trabajaban aproximadamente 400 obreros. En breves segundos el cauce del rio subió como la espuma, alcanzando cotas de altura nunca vistas y aumentando el caudal conforme el agua discurría violentamente por el muro reventado. En el túnel inundado se encontraban trabajando 50 obreros que quedaron aprisionados y con escasas posibilidades de rescate. A otros, la tromba de agua les sorprendió en el lecho seco del río, aunque éstos, al estar al aire libre, a duras penas pudieron ponerse a salvo. Las máquinas, tractores, turbinas y herramientas de trabajo quedaron inmediatamente sepultados bajo los miles de metros cúbicos de agua desalojados.

Dada la gravedad de la avería, hubo de soltarse parte de los 140 millones de metros cúbicos de agua embalsados, a un ritmo de 2.000 metros cúbicos por segundo, para conocer la importancia de la avería. El espectáculo que entonces ofrecían los aliviaderos de la presa que vertían las aguas del pantano era impresionante; hizo subir el caudal en más de seis metros, obligando a desalojar el poblado obrero construido en la margen del río que albergaba a 150 familias, aproximadamente unas 800 personas de las 4.000 que trabajaban en los diferentes tajos.

El embalse de Torrejón se construía para el aprovechamiento integral del Tajo y en su particularidad permite el trasvase de las aguas del Tiétar al mismo tiempo que serviría de enlace con el pantano de Alcántara. La presa, pese a su menor tamaño, es uno de las más importantes del sistema que construyó Hidroeléctrica Española, como subsidiaria de la inmensa presa de Alcántara y que produciría una potencia total de 120 millones de kilovatios/hora.




El rescate de los cadáveres

El rescate de los cadáveres fue de lo más épico y triste, produciéndose verdaderas escenas de histerismo. Las primeras impresiones de desaparecidos eran contradictorias y alarmantes. Todo aquel que en la noche del accidente no se encontraba en casa fue considerado como desaparecido, aunque posteriormente pudo comprobarse la falsedad de esta afirmación. Hombres-rana, especialistas, equipos de salvamento, obreros, encargados, ingenieros... trabajaron para conseguir rescatar a sus compañeros aprisionados en el túnel. El primer día sólo se encontró el cadáver del peón Florentino Martín García, aunque en días posteriores se fueron sumando las victimas hasta llegar a cerca de los 70 muertos.


Los métodos empleados para rescatar a los posibles supervivientes o a los muertos fue titánico, despreciando las más elementales medidas de seguridad. No se pusieron vetos, ni se escatimaron esfuerzos en tratar de sacar con vida el mayor número de obreros. Ejemplares muestras de compañerismo ofrecieron todos y cada uno de los 4.000 obreros que trabajaban en la presa. Según las primeras impresiones ofrecidas por los medios de comunicación, ejemplar fue el comportamiento del obrero José Malmuerca, que, despreciando los riesgos, consiguió sacar la "pluma" con que trabajaba en el lecho del río y rescatar a ocho obreros aprisionados. Posteriores averiguaciones comprobaron que la "pluma", sujeta al lecho del río por cuatro potentes gatos, fue liberada por otro obrero que José Malmuerca no recogió después. No obstante, la "pluma" de José Malmuerca, con el rudimentario sistema de atar un cesto empleado en el transporte de ladrillos al brazo de la grúa de 40 metros de largo, rescató ocho compañeros.



Los supervivientes de aquella catástrofe están hoy diseminados por la ancha piel de toro española. Pocos se encuentran trabajando en Torrejón y la mayoría de ellos han emigrado a Madrid, Barcelona, Bilbao, o el extranjero. Los obreros que trabajaban en la presa eran en su mayoría de los pueblos limítrofes a Torrejón: Trujillo, Aldea de Trujillo, Berrocalejo, Jaraicejo, Monroy, Arroyo de la Luz, Almaraz, Casas de Miravete...

Entrevista con un superviviente
Isidoro Cobo García es uno de aquellos hombres que trabajó en la presa y que no ha emigrado. Natural de Torrejón, no ha querido trabajar en el extranjero y ha preferido quedarse en su patria chica, como él dice. Actualmente tiene cuarenta y seis años, casado y con cuatro hijas.

—... Yo estaba trabajando en el lecho del río seco* y cuando menos nos dimos cuenta el agua empezó a cubrirnos. A duras penas conseguimos llegar hasta la orilla opuesta, porque afortunadamente los que estábamos al aire libre pudimos salvarnos, cosa que no ocurrió con los que trabajaban en túneles, pozos, o galerías.


—¿Usted participó en los trabajos de rescate?

—Sí, yo formaba parte de una de las cuadrillas de rescate que trabajó lo indecible por tratar de sacar con vida al mayor número de compañeros. Saqué a 18 cadáveres.

—¿Qué piensa ahora usted, cuando han transcurrido tantos años de aquel accidente?

—Hombre, yo muchas veces pienso en ello. Y pienso que ahora estoy aqui porque estaba trabajando al aire libre, porque si llego a estar en los túneles me hubiese quedado alli para siempre. Siento mucha pena cada vez que recuerdo la catástrofe.


—¿Volvería usted a trabajar en construcciones de este tipo, quiero decir en embalses, presas o saltos de agua?

—Sí, mi familia tiene que seguir viviendo y trabajaría en cualquier sitio que me saliese trabajo. Después del accidente estuve trabajando en el pantano de Alcántara y en otras presas.

—¿Y ahora en qué trabaja?

—Como miles de españoles, estoy en el paro. Trabajo en lo que cae, alguna chapuza y nada más. Al terminar la presa de Torrejón me despidieron y aquí estoy. Llevaba trabajando siete años con la empresa.

—¿Y por qué no ha emigrado usted?

—Mire, a mí me gusta mi tierra, mi pueblo, yo no he salido nunca de él y por eso no quiero emigrar. Aquí seguiremos trabajando en lo que caiga, pero no emigraré.

Con toda celeridad se instaló un tendido eléctrico a la central de control para suministrar energía a las potentes grúas autobombas que habían de entrar en funcionamiento para achicar el caudal de los diferentes túneles. A pesar de los esfuerzos, poco o nada se pudo hacer por esos setenta desgraciados a los que aprisonó la tromba de agua.

A los trece años de la tragedia, la Presa de Torrejón suministra miles de millones de kilovatios/día. Atrás queda el sudor, el sufrimiento, el dolor, las ansias de una tierra que lucha por ser menos desértica.

FUENTE: Antonio B. ROSAS. Región Extremeña. Febrero de 1979. Fotos Archivo "Hoy"