El milagro de la flor



En el mes de septiembre de 1985, tanto radio y televisión locales como periódicos nacionales dieron publicidad a un suceso considerado milagroso: una flor había nacido en un nicho del cementerio de Casar de Palomero, brotando de la comisura de la lápida sepulcral. ¿De dónde podía alimentarse una planta tan lejos del suelo y de la tierra? El caso emocionó a la población que, proporcionando la noticia a los medios de comunicación, se detuvo en buscar ciertas correspondencias entre el aspecto exterior de la planta una cresta de gallo, amaranthus cistatus y unos elementos concretos de la historia de la moza prematuramente fallecida: dieciséis hojas y otros tantos años de padecimiento "con el nombre de Cristo en la boca". Durante unos domingos hubo de pronto autocares llenos de peregrinos "se habló de mil visitantes", al tiempo que algunos medios de comunicación aprovecharon la proximidad de Las Hurdes para incorporar el suceso en la leyenda de aquella tan maltratada comarca. Así el boato se infló tanto que hubo personas capaces de proponer que se abriera el nicho para averiguar de dónde salían raíces de la flor, si de la boca o del corazón de la muerta; cuando era evidente que se trataba apenas de una semilla que había casualmente encontrado sitio y humedad en el yeso que fijaba la lápida al nicho de cemento. A finales de septiembre, acorde con el Obispado, el Ayuntamiento de Casar cerró el cementerio a los visitantes dejando que la flor se marchitara.

Lejos de considerar el suceso como una manifestación ridícula del sentimiento religioso popular de una zona periférica de Extremadura, hay que considerarlo como una tentativa muy consciente de organizar los sucesos insólitos de la vida dándole sentido simbólico. En el plano cultural, la explicación por la analogía (hojas/años enfermedad) demuestra la pervivencia de formas de razonamiento relacionadas con la antigua medicina medieval y renacentista. Desde el punto de vista de la medicina actual, ello no significa que los vecinos o los visitantes se queden en estas representaciones culturales: ellos se valen de la penicilina como los demás. Pero, al mismo tiempo, el pretendido milagro permite entender cómo la sociedad y las ciencias contemporáneas no responden a otra añoranza: dar un sentido global, totalizante y por ello tranquilizador, a la angustia de la muerte considerada injusta.

FUENTE: Marcelino Cardalliaguet. Gran Enciclopedia Extremeña. Tomo III