Ataecina, Reina pagana

Sorprendentes relaciones de la diosa celta Adaegina con las fuentes salutíferas.


Adaegina es una de las divinidades indígenas mejor conocidas del panteón celtohispano, cuyo culto se manifestó sobre todo en tierras extremeñas, donde hoy se conocen un gran número de aras votivas dedicadas por indígenas a esta diosa con las mismas o parecidas funciones que la Perséfone griega, diosa de lo subterráneo y esposa del dios del submundo Plutón; o que la Proserpina latina, diosa de los infiernos, y de hecho en varias inscripciones aparece sincretizada con ésta como Adaegina-Proserpina, como vemos en la aparecida en a la Albuhera de Carija (Mérida), embalse llamado desde entonces Pantano de Proserpina y que almacenaba las aguas de unos supuestos manantiales que afloran en su vaso.



Adaegina era a la vez una diosa madre de la muerte y de la regeneración, del renacimiento o de la vuelta a la vida, diosa telúrica relacionada con el mundo subterráneo o infernal, cuyos poderes curativos y para la fertilidad pueden manifestarse a través de las aguas subterráneas de determinadas fuentes o manantiales de origen profundo. En definitiva, una deidad o ninfa protectora de las aguas mineromedicinales, dispensadoras de la salud y de la fecundidad humana.

El culto a Adaegina quizás se realizaba en altares o aras ubicados en las cercanías de estas surgencias de aguas que eran consideradas como poseedoras de especiales virtudes, aunque su santuario principal se situara en la lejana ciudad bética de Turóbriga.


En Extremadura, región con grandes influencias célticas, existen varios lugares donde es clara esta vinculación de la divinidad de Turóbriga con el agua surgente de determinadas fuentes a las que se han atribuido desde entonces ciertas propiedades sanadoras o de la fertilidad.

El primer lugar, dónde se han encontrado el mayor número (unas cincuenta) de dedicatorias a esta diosa céltica, es en los muros, suelos y alrededores inmediatos de la ermita visigoda de Santa Lucía del Trampal, cercana a la localidad cacereña de Alcuéscar, evidentemente levantada en el mismo lugar donde existió un antiguo santuario dedicado a la Dea Sancta Adaegina.

En "El Trampal" (topónimo relacionado con las aguas) se han encontrado los siguientes variantes de dedicatorias en las inscripciones :

Adecin[a] Sancta …
D(ea) D(omina) S(ancta) [---]
D(ea) D(omina) S(ancta) Turibri(gensis) Attegina...
D(ea) D(omina) S(ancta) Turibri(gensis) Adaecina…
D(ea) D(omina) S(ancta) T(uribrigensis) A(taecina)…
D(ea) D(omina) S(ancta) Turibri(g)e(nsis) Adegina…
D(ea) Dom[i]na Tur(ibrigensis) [---] …
Domina Turibr(igensis) Attaec[i]na …
Domina Turibri(gensis) [A]degina…
Domina Turibri(gensis) Addaecin(a)…
Domina [---]
Dom(ina) …
Tur(ibrigensis) Ad(aecina)… [T]uribri(gensis) A[t/d]ecin[a]…
D(ea) D(omina) [T]uri[b]ri(gensis)…

Son demasiadas aras para ser llevadas hasta “El Trampal”, lo que indica que allí mismo hubo un santuario importante erigido para dar culto a la diosa Adaegina, un lugar sagrado que posteriormente fue cristianizado en el siglo VI d. C.


Además hay otro aspecto destacable, que normalmente suele pasar desapercibido, pero que debemos de tener muy en cuenta, y es que, junto a la ermita visigoda de “El Trampal” aflora un caudaloso manantial de aguas termominerales, que no hace mucho ha sido captado para el abastecimiento de la población de Alcuéscar, pero en el pasado se encontraba canalizado con el fin de utilizarlo en diversos usos, entre ellos para el lavado de minerales de hierro , recogidos en la cercana Sierra de San Pedro durante la época romana; desde la Edad Media como energía motriz para la molienda de cereales en un molino harinero, y más recientemente, para regar numerosas huertas aledañas plantadas de naranjos .

El segundo lugar donde han sido encontrados dos exvotos de bronce con forma de cabritas y un ara granítica que lleva grabado un tridente, con inscripciones dedicadas a la Dea Sancta Adaegina, ha sido en la localidad de Malpartida de Cáceres, integrada durante la época romana en el "ager norbensis", esto es, el campo de la colonia Norba Caesarina, explotado por numerosas villas rurales agroganaderas.


Los sacrificios de cabras a Adaegina, unido a la ablución purificadora con el agua de la fuente milagrosa, eran un rito en el que el animal se convertía en victima expiatoria del mal del oferente. Los exvotos broncíneos de cabras se convertirían en ofrendas permanentes ante la divinidad por parte de quien las realizaba.


Este sería el caso de las dos cabritas de bronce con inscripción encontradas en 1885 por un labrador en "La Zafrilla", finca situada a unos tres kilómetros al noroeste de Malpartida, en las cercanías del antiguo camino romano que conduce a la localidad de Arroyo de la Luz y al Puente de Alcántara, y que fueron entregadas junto con otros objetos romanos (varias pesas y una cara femenina labrada en hueso) y varias hachas de piedra, al propietario de los terrenos de la dehesa “La Zafrilla”, D. Miguel Jalón y Larragoiti, XII Marqués de Castro Fuerte.

Exvotos de cabritas de bronce consagradas a Ataecina han aparecido también junto al Arroyo de El Encin, que discurre cerca del poblado de Valdencin, en el término de Torrejoncillo (Cáceres). Aquí se hallaron, dentro de una vasija de barro, un grupo de figuras de bronce que han sido catalogadas como de los siglos I ó II d. de Cristo. Estos objetos, todos de muy escaso tamaño y que actualmente se encuentran en el Museo Arqueológico Provincial de Cáceres, son exvotos de bronce dedicados a la Dea Sancta. Se trata de cuatro cabritas, una de las cuales tiene soldada entre sus patas delanteras una cartela (fragmentada) similar a la que tienen cada una de las dos cabritas de Malpartida, una cabeza de cabra de mayores proporciones y un jinete montado sobre un caballo.


Los exvotos mencionados aparecieron en el contexto de un amplio yacimiento romano, con grandes sillares graníticos y abundantes tégulas, situado en una elevación amesetada rodeada por una rica ribera conocida como "Vega del Manantial" y regada por el mencionado arroyo de aguas cristalinas llamado de El Encin o del Acin, de etimología un tanto sugerente, tal vez relacionada con la D. D. S. Ataecina.

Una curiosa inscripción realizada en mármol blanco y dada a conocer por nuestro amigo Julio Esteban, profesor de la UNEX, fue encontrada en su pueblo de Bienvenida (Badajoz) en la finca llamada "Manantial de La Vaquera", cuando el propietario de la misma efectuaba las labores agrícolas y la enganchó con las rejas del arado. Esta fuente no tiene un caudal importante ni se le reconocen actualmente cualidades salutíferas a sus aguas, pero en sus proximidades se han encontrado columnas de mármol, sillares y tégulas romanas, restos de un posible ninfeo que no ha sido excavado ni estudiado suficientemente.


FUENTE: Juan Gil Montes