Los jardines de Antonio Juez



La gran personalidad artística y polifacética de Antonio Juez extendió su influencia positiva a los jardines de Badajoz, pues fue nombrado Jardinero Mayor por la Corporación Municipal a raíz de su alergia a los cobaltos, que le impedía pintar con la intensidad que le gustaba. Por ello, desde el referido nombramiento, interino, del 27 de enero del año 1948 (realizado a petición del pintor Adelardo Covarsí, del poeta Manuel Monterrey y de López Prudencio, entre otros) y casi hasta su muerte, ocurrida en 1963, desempeñó Juez una intensa actividad a lo largo de trece años diseñando nuevos jardines o remodelando los antiguos. Indudablemente Juez contó con la importante ayuda del feraz suelo de Badajoz y con la abundancia de agua que, enseguida, producen una exuberante vegetación, contribuyendo el segundo elemento a la formación de cascadas, fuentes y estanques que tanto le gustaban para crear entornos íntimos y naturales en donde también la fauna tenía su lugar. Porque en los jardines trazados o reformados por Juez prevalece el elemento natural y rústico, dosificado de manera muy inteligente para que pase casi desapercibida la mano del hombre. De este modo son jardines que participan, por un lado, de nuestra larga tradición hispanomusulmana, pero, por otro, de las tendencias italianas que surgieron con el manierismo del siglo XVI, observándose también en ellos, claro está, indiscutibles detalles neobarrocos, románticos, modernistas y simbólicos.





Por otra parte, está siempre presente en los jardines diseñados por Antonio Juez su gran conocimiento de los bellos parques portugueses, pues sentía una gran admiración por la delicada jardinería lusitana. Citemos, a propósito de lo anterior, algunos párrafos contenidos en su obra autobiográfica Por nuestros caminos. Historia ingenua de dos almas felices, en los que se refiere a los hermosos jardines de Cascáis que nuestro artista conocía muy bien debido a las largas temporadas veraniegas que disfrutaba en la linda ciudad costera portuguesa, plena "de vistosos jardines provincianos, jardines de ese gusto peculiar de los portugueses, que tienden a la rusticidad en combinación de lagos y rocas, en los que no puede faltar la blanca interrogación del casal de cisnes, entre cataratas de flores y grandes árboles selváticos". Y en ese mismo libro alaba Juez los "parques y bosques bellísimos" de Estoril, la elegante población inmediata a Cascais. Y no podemos olvidar la gran atracción que sentía nuestro artista por los magníficos parques lisboetas llenos de jardines colgantes como los babilónicos (Tapada de Ajuda, Eduardo VII, As Laranjeiras, Da Estréla...) y sus bellas y cuidadas avenidas impecablemente ajardinadas, como la de la Libertad. Jardines lisboetas que culminan en el maravilloso alarde de la Estufa Fría "¡fantasía de dioses que pueden crear paraísos!". No en vano, para Antonio Juez los portugueses son "los más expertos jardineros que he conocido". Se nota, por otra parte, en los anteriores párrafos el intenso amor de Juez a la naturaleza en general y desde luego a la naturaleza domesticada presenté en los jardines, sin duda un punto de partida decisivo e imprescindible para entender su posterior y eficaz labor en Badajoz como Jardinero Mayor.

También sentía Juez una gran atracción por los magníficos jardines de Curia, la elegante localidad portuguesa famosa por su balneario de aguas salutíferas, en la que Juez y su amigo David da Silva pasaron algunas temporadas debido a las dolencias renales del artista. Una Curia "embalsamada de resinas que se efluvian de los pinares del entorno" y envuelta en el intenso olor "que exhalan sus cedros, sus abetos y eucaliptos" que se disponen en torno a "las aguas del bellísimo lago del parque" Juez quedó evidentemente conmovido en lo más hondo de su espíritu sensible por todos estos paradisíacos jardines casi naturales, por sus frondas y por sus lagos, cascadas y juegos de agua: indudablemente trataría de llevar a Badajoz algo de lo que había quedado impresionado en su retina o en las placas de las dos cámaras fotográficas que solía utilizar en sus viajes, sus inseparables Kodak inicial y una más moderna Leica después. Así se entienden los hermosos párrafos que dedica por ejemplo al citado estanque de Curia con sus "sauces enormes que en estático narcisismo se debruzan sobre el lago como mágicas cascadas de verde claro y transparente para mirar en él su dejadez y belleza". También, cuando visita Coimbra, llaman la atención a la refinada personalidad de Juez "el maravilloso e interesantísimo Jardín Botánico" y la Quinta de las Lágrimas, con sus idílicos parque y estanque que recuerdan a la infeliz Inés de Castro mencionada en los versos de Camoes. Y lo mismo ocurre cuando describe los parques de Oporto con sus "jardines bellísimos rebosantes de flores que se elevan y sobreponen unos sobre otros en vistosidad inigualable que hacen recordar la magnificencia de los jardines colgantes de Babilonia". Del mismo modo alaba de manera extraordinaria el parque del antiguo


Palacio Real y anterior monasterio de Bussaco (convertido en hotel de lujo) que relaciona con "Las "fantasías orientales de los jardines de Aladino". Gran efecto causó a Juez el parque natural del "Bom Jesús do Monte" en Braga, la vieja sede episcopal portuguesa: sus glorietas, fuentes, caminos, estatuas, monumentales escaleras, recoletas capillas, cascadas, lagos cubiertos de nenúfares, camelias gigantes como no se ven en ningún otro sitio y enormes filodendros que, por las formas tan peculiares de sus hojas, relaciona el artista con esqueletos humanos, hicieron salir de la ágil pluma de Juez frases verdaderamente encomiásticas sobre este lugar pleno de misterio y "de verdadero encanto y maravilla", poblado de "hiedras y madreselvas" que "ponen tapicerías caprichosas y efectistas sobre piedras y troncos". Y no podemos olvidar, a la hora de buscar los modelos inspiradores de los jardines que Juez llevó a cabo en Badajoz, los hermosos vergeles de Olivenza, de estirpe precisamente portuguesa y que nuestro artista conocía perfectamente, y los de Sevilla (Alcázar y Parque de María Luisa) que "tienen el don de la atracción y del encanto"

Antonio Juez, persona meticulosa y ordenada, anotaba minuciosamente, como en un diario, todas las incidencias de sus viajes y desde luego no faltaban nunca las referencias a los jardines y a la naturaleza que tanto amaba, como hemos comprobado. Tales anotaciones eran reforzadas con apuntes y dibujos a los que tan aficionado era por su profesión y con las muchas fotografías que gustaba realizar. Por ello en su memoria, en sus observaciones manuscritas y en el material gráfico del que disponía había suficientes recursos que, añadidos a su fértil imaginación de gran artista, fueron los pilares fundamentales de sus ilusionados proyectos de nuevos jardines para Badajoz, su queridísima ciudad natal.

No podemos olvidar, a la hora de iniciar estas breves notas sobre los jardines de Badajoz, a los alcaldes del momento, que apoyaron al pintor Antonio Juez decididamente en sus proyectos: Antonio Masa Campos y Ricardo Carapeto Burgos.

FUENTE: Florencio-Javier García Mogollón. Catálogo Exposición. Diputación de Badajoz.