El castro de Villasviejas del Tamuja se encuentra a unos 3 kilómetros de Botija, pudiéndose llegar a él por una pista de tierra en buen estado. Destacar que buena parte de sus materiales y aún de sus estructuras han sido reutilizadas para la construcción de corrales para el ganado ovino propio de la zona.
Ubicado en la superficie de una colina ancha pero de escasa altura, la suave pendiente de sus laderas no ofrece especiales ventajas desde el punto de vista de la fortificación con la única excepción de su frente occidental, bastante más agreste al discurrir por su parte inferior la delgada corriente del río Tamuja.A juzgar por los restos de muralla conservados, en su mayoría derrumbes de más de 2 metros de espesor, el castro contó para su defensa con dos recintos concéntricos situados a diferente cota. Totalmente colmatados en la actualidad los espacios situados al pie de las murallas –en su lado interior se entiende--, formando así una suerte de muros de contención del terreno, es posible caminar por sus maltrechos adarves, sin duda fuertemente disminuidos en altura.
Aunque se han excavado recientemente algunas estructuras de habitación en el interior del castro, con interesantes hallazgos, así como la necrópolis de incineración del poblado, es evidente que lo más llamativo del yacimiento son sus derrotadas murallas. Sin embargo no por ello deja de ser menos cierto al avanzado grado de deterioro que éstas presentan, permitiendo tan sólo en algunos lugares puntuales reconocer la fábrica de sus paramentos, a saber un frente exterior ejecutado en granito con bloques prismáticos de buen tamaño –aunque no ciclópeo—, en no pocos casos bastante bien labrados así como colocados a hueso, relleno al interior con mampostería irregular y tierra.
A día de hoy es imposible determinar las características del intradós de la muralla, es decir el paramento que cerrara por dentro la fortificación, al estar del todo terraplenado. No obstante es dable suponerle unas características constructivas similares a las del extradós, quizás, si acaso, algo más tosca de ejecución según paralelismos con otros castros contemporáneos.
Históricamente los restos de Villasviejas del Tamuja ha sido identificadas con la ciudad vetona de Tamusia, sin duda siguiendo la evidencia proporcionada por el actual hidrónimo Tamuja.
Las últimas excavaciones han arrojado un periodo de vigencia de la ciudad que va desde el siglo IV a.C. en que fuera fundada hasta el siglo I a.C. en que se constata su abandono. Afectada, pues, por la romanización de la zona tras su conquista por las legiones romanas en el siglo II a.C., se cree que tuvo su principal motor dinámico en la explotación de los yacimientos de plomo argentífero –mena de plata—existentes en la comarca.
A su época clásica pertenecen de hecho las monedas –ases concretamente—acuñadas tanto en el siglo II a.C como en los inicios del I a.C. y que grabadas respectivamente con el nombre latino de Tamusiensi y céltico de Tnusia --TANUSIA en caracteres ibéricos—revelan un momento álgido de la ciudad de Tamusia, lo suficientemente importante en aquel entonces como para labrar moneda de curso legal.
http://tamuja.blogspot.com/2008_06_01_archive.html
Ubicado en la superficie de una colina ancha pero de escasa altura, la suave pendiente de sus laderas no ofrece especiales ventajas desde el punto de vista de la fortificación con la única excepción de su frente occidental, bastante más agreste al discurrir por su parte inferior la delgada corriente del río Tamuja.A juzgar por los restos de muralla conservados, en su mayoría derrumbes de más de 2 metros de espesor, el castro contó para su defensa con dos recintos concéntricos situados a diferente cota. Totalmente colmatados en la actualidad los espacios situados al pie de las murallas –en su lado interior se entiende--, formando así una suerte de muros de contención del terreno, es posible caminar por sus maltrechos adarves, sin duda fuertemente disminuidos en altura.
Aunque se han excavado recientemente algunas estructuras de habitación en el interior del castro, con interesantes hallazgos, así como la necrópolis de incineración del poblado, es evidente que lo más llamativo del yacimiento son sus derrotadas murallas. Sin embargo no por ello deja de ser menos cierto al avanzado grado de deterioro que éstas presentan, permitiendo tan sólo en algunos lugares puntuales reconocer la fábrica de sus paramentos, a saber un frente exterior ejecutado en granito con bloques prismáticos de buen tamaño –aunque no ciclópeo—, en no pocos casos bastante bien labrados así como colocados a hueso, relleno al interior con mampostería irregular y tierra.
A día de hoy es imposible determinar las características del intradós de la muralla, es decir el paramento que cerrara por dentro la fortificación, al estar del todo terraplenado. No obstante es dable suponerle unas características constructivas similares a las del extradós, quizás, si acaso, algo más tosca de ejecución según paralelismos con otros castros contemporáneos.
Históricamente los restos de Villasviejas del Tamuja ha sido identificadas con la ciudad vetona de Tamusia, sin duda siguiendo la evidencia proporcionada por el actual hidrónimo Tamuja.
Las últimas excavaciones han arrojado un periodo de vigencia de la ciudad que va desde el siglo IV a.C. en que fuera fundada hasta el siglo I a.C. en que se constata su abandono. Afectada, pues, por la romanización de la zona tras su conquista por las legiones romanas en el siglo II a.C., se cree que tuvo su principal motor dinámico en la explotación de los yacimientos de plomo argentífero –mena de plata—existentes en la comarca.
A su época clásica pertenecen de hecho las monedas –ases concretamente—acuñadas tanto en el siglo II a.C como en los inicios del I a.C. y que grabadas respectivamente con el nombre latino de Tamusiensi y céltico de Tnusia --TANUSIA en caracteres ibéricos—revelan un momento álgido de la ciudad de Tamusia, lo suficientemente importante en aquel entonces como para labrar moneda de curso legal.
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