«Una actriz sueca hija de un desconocido cantaor flamenco de Badajoz». Así describieron los periódicos la pasada primavera a Noomi Rapace, la actriz que encarna el personaje de Lisbeth Salander en las películas de la serie 'Millenium', basadas en la trilogía del escritor Stieg Larsson. En pleno éxito del segundo film, 'La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina', Noomi Rapace contó en algunas entrevistas que atribuía a la herencia genética paterna la intensidad volcánica de algunos de sus rasgos o una extraña fuerza interna que ella diferenciaba de su herencia biológica nórdica.
En esas entrevistas, la actriz declaraba que era ya una adolescente cuando conoció a ese padre del que precisaba, pronunciando la zeta con esfuerzo, que era de Badajoz y había llevado siempre incorporado a su nombre artístico el de su ciudad natal: Rogelio de Badajoz.
Estos datos se mezclaban con la triste noticia de la muerte del padre en 2007, ocurrida poco tiempo antes de que la actriz triunfase a nivel mundial convertida en la encarnación indiscutible para los cinéfilos de Lisbeth Salander. ¿Un cantaor desconocido? No tanto. La locutora de la SER María Jesús de las Heras, que le conoció desde su niño porque sus familias vivían en domicilios casi contiguos en la calle San Agustín, dice que Rogelio Durán «tenía luz interna, una luz especial». Aquel niño decidido y espontáneo pasaba las horas muertas jugando al fútbol con Fernando, el hermano de María Jesús y con ambos mantuvo una amistad inquebrantable hasta el mismo día de su muerte.
El padre biológico de Noomi Rapace nació en la capital pacense 1953 y se convirtió en un joven interesado por aprender y ampliar sus conocimientos culturales. Le interesaban la música y el teatro y, mientras decantaba estas aficiones, ayudaba haciendo los repartos del negocio familiar de frutería que estaba en la calle Francisco Pizarro, frente al antiguo Galerías Preciados.
En Internet puede seguirse el rastro de lo que fue su carrera en Suecia como muñidor de grupos flamencos que han actuado por toda Centroeuropa, como profesor del Centro de Arte Dramático de Estocolmo y como actor de filmes de una pequeña productora cuyos personajes fluctúan habitualmente entre Suecia y países sureños como España y también Portugal.
Del Flechas Negras
En Badajoz basta hacer unas pocas preguntas para encontrar el rastro de la vida y los sueños de Rogelio Durán, que hizo músculos en las filas del Flechas Negras y que volvió puntualmente cada año a su ciudad en verano porque, según cuenta María Jesús de las Heras «necesitaba la luz, la calle, las gentes de su Badajoz y el campo, sobre todo la dehesa, que le encantaba».
Rogelio Durán sintió pronto la llamada del teatro. En este sentido, fue fundamental en su destino profesional posterior su acercamiento al Centro Dramático de Badajoz, dependiente de la Diputación Provincial y su interés por el trabajo que entonces desarrollaba al frente del mismo el actor Cristian Casares que culminaría con la fundación de su recordado Carro de los Cómicos.
De las Heras cuenta que los planteamientos teatrales de Cristian Casares fueron para Rogelio una revelación, hasta el punto de que no dudó en marchar con la troupe de cómicos cuando el Carro inició su camino. Sólo había un pequeño problema: Rogelio Durán tenía entonces 17 años y su padre recurrió a la Guardia Civil para hacerlo volver a casa porque era menor de edad.
Un año después, con la mayoría de edad cumplida, se fue a Madrid en busca de horizontes con los que se había permitido soñar. «Aquí no había salida para la gente de la cultura» confesó en la última entrevista que HOY le hizo en el verano de 2005, en uno de sus regresos a la capital pacense.
Matrimonio
En Madrid contrajo matrimonio con Silvia Vivó, hija del conocido actor español José Vivó y la foto de la boda salió en todas las revistas del colorín de la época. Pero la unión duró poco. Tras su separación, Rogelio marchó a Estocolmo.
«Era un inquilino del mundo» dice de Rogelio Durán el guitarrista e investigador del flamenco Manuel Iglesias, que le conoció en los años 90 en uno de los habituales viajes de vuelta a su ciudad natal. Iglesias y Durán se encontraron una noche en el bar Tris-Tras, que funcionaba hace dos décadas en Badajoz, donde Rogelio le pidió que tocara algo. Guitarrista y cantaor congeniaron y se explayaron durante horas en tientos, tangos y bulerías. «Tenía una voz recia y fuerte -recuerda Manuel Iglesias- nada atiplada, limpia y muy flamenca».
Rogelio Durán dio muestras de conocer bien los cantes extremeños y, a lo largo de los años de amistad, le contó a Manuel Iglesias los momentos iniciales de su despertar al mundo del cante, cuando una serie de jóvenes entre los que estaba también La Kaita, se reunían en las orillas del Guadiana, en las cercanías de El Pico y en el Embarcadero y soñaban con hacer algo grande en el mundo del flamenco. «Era muy creativo e interesado por la vanguardia», es la definición que da de él Manuel Iglesias.
Estudio y trabajo
«Era cariñoso y extrovertido y muy extremeño» recuerda el actor Carlos Tristancho, que vivió con Rogelio Durán aquel Centro Dramático de Badajoz que tenía su solar en el desaparecido Seminario San Atón, que estaba junto al Hospital Provincial.
Tristancho y Rogelio Durán eran amigos desde pequeños, desde sus primeras clases en la Escuela Aneja y en años posteriores, cuando Rogelio recorría la ciudad con una bicicleta cargada con los capachos de frutas y verduras.
«Yo he vivido a Rogelio en Badajoz» -dice el actor, que recuerda que el artista desaparecido siempre se sintió orgulloso de su origen pacense. «Eso es una constante de mucha gente de Badajoz que siempre han tenido la ciudad a mucha gala -explica el actor que afronta las chanzas del personal cuando afirma que la capital pacense «debería ser nombrada Patrimonio de la Humanidad, porque siempre sus mejores edificios han sido los humanos».
Recuerda Carlos Tristancho que Rogelio y Silvia, cuando estaban aún casados, emprendieron un viaje a la India y a Suecia y piensa que de ahí viene la inclinación del cantaor por este último país que le acogería como un ciudadano más. Lamenta la temprana muerte del artista y se duele de que «la mejor manera de triunfar socialmente sea tener una enfermedad terminal o un accidente de tráfico».
Ya instalado en Suecia, Rogelio creó su propio grupo flamenco con el que viajó por toda Sudamérica. María Jesús de las Heras le localizaba por teléfono en Méjico o en Puerto Rico. También daba clases de voz e interpretación en el Centro Dramático de Estocolomo.
El resto del tiempo lo dedicaba a colaborar con diversos músicos suecos y durante una temporada estuvo inmerso en la práctica del flamenco-fusión porque su apertura de miras y sus interés vanguardistas eran reales: una de las cosas que más le enorgullecía era la convivencia de su arte con el de músicos de otras culturas diferentes.
Dos hijos
Se casó con Anette, una actriz sueca con la que pronto tuvo dos hijos, Alma y Oliver. Matilda, la tercera hija de este matrimonio, nacería sólo ocho meses antes del fallecimiento de Rogelio. De las Heras cuenta que el cantaor buscó enseguida a Noomi, la hoy famosa actriz, cuando se enteró, a través de un conocido, de que una relación que había mantenido años atrás con una joven sueca había dado como resultado el nacimiento de la niña.
Desde que padre e hija se conocieron, se vieron en algunas ocasiones, no muy frecuentemente, pero no sólo dos veces como se ha escrito en algunos diarios.
Noticias de Rogelio
HOY se ocupó en varias ocasiones de la carrera artística de Rogelio Durán. El 21 de diciembre de 1978, Manuel López escribía uno de sus artículos dando cuenta del trabajo del cantaor en los países nórdicos. Se ilustraba la información con una foto de Rogelio, acompañado por un guitarrista que luce un gran bigote. La escena, que puede verse en las imágenes que acompañan este reportaje, tiene un aire indudablemente setentero por la ropa y los cortes de pelo de sus protagonistas.
Se contaba entonces con los dedos de una mano el tiempo transcurrido desde que Rogelio Durán había abandonado Badajoz.
El siguiente artículo se publicó el 5 de enero de 1984, una década después de que el cantaor se afincase en Suecia. La foto de HOY muestra un cuadro flamenco liderado por Rogelio Durán en el que le acompañan tres bailaoras vestidas de faralaes y otros dos jóvenes. Era el grupo 'La Gamba', con el que Rogelio de Badajoz se dedicaba a actuar en establecimientos de Holanda, Bélgica, Dinamarca y Alemania. Trabajaron igualmente en programas de televisión y albergaban la esperanza, dice la información, de mostrar su arte en nuestro país.
Los cinco artistas que se fotografiaban con Rogelio eran suecos, pero cualquiera lo diría, porque su donaire y buen posar no les diferencia nada de otros grupos de la época formados por españoles.
El interés de Rogelio de Badajoz por actuar en su tierra nunca cesó, pero nunca se hizo realidad. Lo intentó en numerosas ocasiones, una de ellas con motivo de la creación del organismo Enclave 92.
Última entrevista
La última entrevista de HOY con Rogelio Durán la hizo J.L.G. el 8 de julio del 2005. En ella, el cantaor confesaba haber sentido una especie de impulso que le movió aquel verano a volver a su ciudad natal, abandonando el apartamento de la costa donde pasaba las vacaciones con su familia. Había algo de decepción en sus declaraciones. «La feria no es la feria», contestó Rogelio que la encontró demasiado grande y alejada de la ciudad. El botellón juvenil también le pareció un fenómeno «horrible».
Quizá en ese momento el cantaor se dio cuenta de que el Badajoz que recordaba había cambiado para siempre y que su vida estaba ya definitivamente unida a Suecia, donde tenía alumnos interesados en Lorca, Machado y Valle-Inclán. Rogelio comparó elogiosamente a Suecia con España en algunos aspectos sociales, como el orden público o la inclinación al deporte de la juventud.
María Jesús de las Heras recuerda que su amigo Rogelio volvió a Badajoz en junio del 2006 y, poco después de marchar de nuevo a Suecia, les comunicó el próximo nacimiento de una nueva hija. Matilda nació en febrero de 2007.
De las Heras le llamó luego en mayo para ir preparando su regreso vacacional de cada año y para ver si iba a querer entradas para los toros de San Juan. Rogelio le contó que se encontraba mal y no sabía si podría pasar las vacaciones en Badajoz. No sabía lo que tenía, pero se sentía malo. «Oigo a mi cuerpo y sé que no está bien», le dijo a De las Heras.
Cenizas al mar
Murió a consecuencia de un cáncer en los primeros días del siguiente mes de noviembre. De las Heras se encontraba en el Algarve con un grupo de amigos que, una tarde, se quedaron extasiados ante un crepúsculo que vieron desde la costa. Se le ocurrió a María Jesús que a Rogelio le hubiese gustado mucho ver aquello y llamó por teléfono para contárselo. Una mujer que se comunicó con ella en italiano le dijo que Rogelio de Badajoz acababa de morir. El artista y su familia disponían de un apartamento en Águilas (Murcia) donde durante diez años pasaron los días de las vacaciones en que no se desplazaban hasta Badajoz. A su muerte, sus cenizas fueron esparcidas en un lugar próximo a la Isla del Fraile, dentro de este municipio murciano. De las Heras recuerda la ceremonia de despedida a Rogelio, con su familia y amigos a bordo de dos barcos, en uno de los cuales sonaba su voz desde un viejo aparato, desgranando cantes.
Fuente:
El padre pacense de Lisbeth Salander