La muerte de un guerrillero

A lo largo de los tiempos, la historia ha dado nombres de hombres que por una razón u otra han sobresalido en esto y aquello, y aunque nos parezca paradójico las guerras no van a ser de menos: desde David contra Goliat, Espartaco y Viriato contra los romanos, El Cid y los moros, hasta el personaje que nos ocupa que no es otro que, el guerrillero, mercenario y caudillo portugués GERALDO SEM PAVOR.

Guerrero legendario, intrépido caudillo, que pasó como era normal en su tiempo, de vasallo leal a mercenario advenedizo, de héroe a paria, de la ventura en las lides al infortunio de los reverses. Para los historiadores musulmanes era un traidor sin escrúpulos para el bando contrario los cristianos un valiente capitán: “ fuit giraldus qui dicebatur sine pavore “.


A la hora de hacer una crítica serena e histórica habrá que convenir en que los hechos de Geraldo Sem Pavor ajusta en este mudejarismo innato y rebelde que estremeció tantas veces al hispano, formado y forjado con el temple de los hombres entre el Tajo y Guadiana. El lusitano se movió en las lides con la estrategia de guerrillero como anteriormente lo habían hecho Sakya y Mahmud, los berberiscos, y también Ibn Marwan el muladí emeritense fundador de Badajoz. Volvía con Geraldo la vieja escuela de la guerrilla lusitana que tuvo en jaque tantos años a los ejércitos de Roma: emboscada, el asalto, la sorpresa, el valor personal a cada instante el cálculo táctico preciso.

El cronista Ibn Sahib al Sala lo describe vivamente: ...caminaba en noches lluviosas y muy oscuras, de fuerte viento y nieve, hacia las ciudades y había preparado sus instrumentos de escalas de madera muy largas, que sobrepasen el muro de la ciudad, aplicaba aquellas escaleras al costado de la torre y subía por ellas el primero, hasta la torre y cogía al centinela y le decía: Grita como es tu costumbre, para que no le sintiese la gente. Cuando se había completado la subida de su grupo a lo más alto del muro de la ciudad, gritaban en su lengua con un alarido execrable, y entraban en la ciudad y combatían al que encontraban y le robaban y cogían a todos los que había en ella cautivos y prisioneros.

El 3 de Junio del año 1171 desembarca en Tarifa el poderoso Abu Ya qud Yusuf. Siendo la primera vez que pisaba tierra española como califa, rodeado de poetas y sabios que llenaron su existencia de culta y refinada personalidad. El objetivo estaba claro consolidar el dominio almohade en el Al-Andalus y completarlo.

Ya un mes antes se había empleado en pasar un formidable ejercito, diez mil jinetes, más tropas, auxiliares y voluntarias, con una camella en cuya grupa sobre pabellón rojo y adornado con piedras preciosas figuraba el Corán, a modo de talismán. El objetivo de este califa que más tarde será trascendental para suerte del lusitano no es otra que lanzar una ofensiva por Toledo para adentrarse en tierra extremeña consiguiendo algunas importantes plazas.

Entre tanto la gran pesadilla continuaba siendo Badajoz, a pesar de la invalidez física de Alfonso Enríquez, secuela de la fractura de la pierna que se hizo en Badajoz en 1169, la amenaza portuguesa seguía viva; El guerrillero Geraldo Sem Pavor no daba tregua a sus huestes, y Fernando II parecía dispuesto a olvidar los antiguos pactos.

Así el 10 de Octubre salió para Badajoz un gran contingente de fuerzas de socorro, llegando el convoy sin tropiezos, pero el general almohade Abu-l-ala b-Azzun informado que en el castillo de Lobón, había quedado un grupo de mercenarios de Geraldo, cercando la fortaleza, asaltándola y haciendo cautivos a sus defensores.

La muerte de Ibn Mardanís el rey lobo o Don Lop según las crónicas, había muerto, y con la desaparición llegó algo, la tranquilidad a la corte de Abu Yaqub. Al iniciarse la primavera el califa almohade hizo su primera salida militar contra los cristianos dirigiéndose al castillo conquense de Huete cuyo asedio resulto un fracaso rotundo, teniendo que retirar sus tropas.

Paralelo a estos sucesos otra tormenta sonaba por las tierras del Oeste, los aledaños de Badajoz Volvían a ser una nueva amenaza.

El 23 de Agosto Geraldo Sem Pavor asaltaba en uno de sus más espléndidos golpes de mano, la Ciudad de Beja, antigua urbe del reino aftasí.

El anónimo de Madrid justifica la victoria del intrépido Geraldo y la atribuye a las discordias, y traiciones que prevalecían en los grupos sociales de la urbe.

Según las crónicas el talib de la ciudad, era manco, cojo, beodo, rechoncho y de cabeza pequeña, amigo de la gente baja, se expresaba en beréber porque no sabía el árabe, así con todo estos defectos que podían denotar su personalidad, y en un estado de embriaguez, robó al centinela de la puerta el escaso sueldo que tenía “ un qirat “ y al quedar esta desguarnecida Geraldo y sus hombres como perros de presa saltaron por las escalas y penetraron en la ciudad que tomaron arrasando y matando.


En lo concerniente a nuestra fortaleza del Castellar de Zafra, parece ser que hizo alguna que otra intentona de conquistarla, el más audaz y atrevido fue una de esas noches negras y haciendo uso de su ingenio, dividió a parte de su horda en dos grupos, el más grueso lo asentó en el camino de las Regalonas, pues la entrada la realizó por el río Guadajira, Vajondo y el citado camino por ser estos enclaves bastante camuflados por la orografía del terreno, la otra parte de sus hombres en menor número los mandó a otro camino paralelo al antes citado, camino del Colorado, pero estos hombres no estaban solos tenían en su poder animales, cabras y carneros, el ardiz consistía en atarles a cada cuerno una tea ardiendo, dándole rienda suelta a todos los animales, laderas arriba, huyendo despavoridos por el fuego, estas teas en la oscuridad de la noche y la distancia, debió de surtir de un efecto hacia los ojos de los centinelas de las almenas, de que un gran ejercito los atacaba corriéndose la voz por la guarnición y todos correrían a defender ese flanco, momento desconcertante y efecto cabal por lo que aprovecharían nuestro guerrillero y secuaces para darles el susto, “ Ingenio Mortal “.

Cual lejos estaba nuestro valiente y admirado Geraldo de que sus correrías estaban a punto de sucumbir y de qué manera, lejos de su tierra y no precisamente en batallas o guerrillas.

El silencio obligado a las armas por los cristianos y almohades era provechoso para ambos bandos, de esta manera se podían resolver asuntos internos y recuperar tierras y plazas perdidas. En el pacto suscrito en Sevilla Fernando II de León no participó, quien seguiría siendo una amenaza para los flancos extremeños. Un hecho más importante venía a aumentar la bonanza en los pagos de Badajoz y sus tierras contiguas: la retirada de Geraldo Sem Pavor.

La paz entre Enríquez y el califa almohade dejaba sin cometido al caudillo portugués. Durante la tregua y quien sabría si después, su misión guerrillera quedaba sin objetivos que cumplir o dormiría tal vez para siempre.

Los hombres que como Geraldo, se moldean en el fragor continuo de las luchas, a hierro y sangre, y no conocen otro oficio que al azar y el sobresalto, poco propicios son a la pausa o al descanso de la paz.

En la abrupta existencia mediaval la vida adquirió el profesionalismo de lo que, por el contrario, se hace vital, y optó por pasarse al enemigo, desnaturarse, práctica muy corriente en los adalides de entonces.

El mes de Octubre del año 1.173 Geraldo llegó a Sevilla acompañado de sus huestes, capitanes y compañeros de armas, presentándose al califa almohade y jurando ante el que renegaba de los cristianos y correligionarios de antes. Abu Yaqub lo hospedó cortésmente y lo agasajó con magnanimidad.

Cuando el califa pasó a Africa en 1.176 llevó consigo al valiente guerrillero acompañado de 350 leales; pero en Marruecos todo cambió y su suerte fue fatal.

Algunos cronistas musulmanes- el Bayan y el Anónimo de Madrid- dicen que Geraldo y sus compañeros fueron conducidos presos a Siyilmassa, donde intentaron huir, pero al-Baydaq -cronista bien informado- dice que el califa lo llevó a Marrakus, y de allí a Süs que le dio como feudo. Geraldo en tierra africana se acuerda de su rey, y le escribe varias epístolas en la que le ofrece detalles del terreno que dominaban los almohades en Africa y en concreto serían las del valle del Süs, encajado en el anfiteatro espléndido del Gran Atlas y el espacio costero del áspero cabo Ghir; ofrecía también para colaborar, y le incitaba a que armase galeras y se dirigiera a estos territorios que podrían ser conquistados fácilmente. Los mensajeros fueron interceptados y las cartas llevadas al califa quien, tras descubrir la traición, ordenó conducir a Geraldo a su presencia, so engaño de que lo enviaría a la región de Dará El Dra, al borde del Sahara-en tanto que el califa había dado órdenes secretas al gobernador de aquella comarca, el cual a la llegada de Geraldo y sus compañeros cumpliendo órdenes los ejecutó a todos.

Así y allí acabó sus días el valiente y animoso Geraldo Sem Pavor, cuyo nombre quedó prendido en suelo beréber, cerca de Marrakus, en el topónimo Gerando, junto a los dominios de las cábilas de los Banu Duqqala; también pudo quedar en los lugares extremeños y portugueses donde operó en sus años de brega interminables.


GERARDO DEL GERMANICO- GAIR-HARA “Fuerte con la lanza” o
DE GAIR-ALA “Noble por la lanza”
FUENTE: galeon.com