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De cómo el Rey de Armenia se llegó hasta Badajoz


…Y el Señorío de Madrid se convirtió en la capital de Armenia



Badajoz, Mayo de 1383. El rey Juan I de Castilla, con su Corte itinerante, se encuentra en la ciudad esperando a Beatriz de Portugal para desposarse con ella. Es una buena noticia para la castigada Badajoz pues, el matrimonio, supone la paz con Portugal después de casi un siglo de guerras que han dejado a la ciudad fronteriza casi despoblada y en ruinas.

Durante la espera, el Rey de Castilla es avisado de que una comitiva se acerca a la ciudad. Viene encabezada, a los ojos de los castellanos, por un extravagante personaje: corto de estatura, montando una mula y con unas extrañas vestiduras de tipo oriental. Se trata de León V de Lusignan, monarca del Reino Armenio de Cilicia.

Al rey de Castilla, la noticia de tan peculiar visita, le llena de satisfacción y ordena preparar una comitiva, que el mismo encabezará, para salir a recibir con la debida consideración al Rey de Armenia.

SIS, Capital de Armenia Cilicia, 1375. El rey León V de Armenia está sitiado por los mamelucos y se refugia en la fortaleza de Kapan.

Sólo hace un año que fue entronizado, pero los mamelucos no le han dado tregua. Armenia Cilicia, después de resistir casi tres siglos como reducto Cruzado, ha sido conquistada por los musulmanes. León V, cercado, no tiene más remedio que rendirse al poderoso ejército del Soldán de Babilonia.

Trasladado a El Cairo como prisionero se pide por él un rescate, es habitual en la época.

Su confesor, el Franciscano Juan D’Ardel, es enviado a las cortes cristianas de Europa con una carta y el sello real solicitando auxilio, pero los monarcas cristianos embarcados en la Guerra de los Cien Años no demuestran mucho interés

Los emisarios deciden pasar a la Península Ibérica.

Medina del Campo, 1380. El rey Juan I de Castilla recibe a los mensajeros del rey de Armenia; estos le entregan las cartas que portan. Informan al Castellano de cómo su rey fue hecho prisionero, trasladado a El Cairo con su mujer y su hija, y de cómo la reina había fallecido después de casi seis años de cautiverio. Juan de Castilla conmovido hace suya la causa y pide a los mensajeros que le digan la cantidad a la que asciende el rescate; le responden que: “… el Soldan de Babilonia non queria dineros por el Rey de Armenia, que asaz avia de oro é riquezas; mas queria que los Reyes Christianos ge le enviasen rogar é demandar que le soltase por honra dellos: otrosi que le placia mucho al Soldan que le enviasen algunas joyas de las que non avia en su tierra, asi como escarlatas, é falcones gerifaltes, peñasveras, é grises é tales cosas como estas”.

Juan I de Castilla accedió a tal petición y Los mensajeros partieron con los presentes y las cartas hacia Barcelona; allí embarcaron en una “galea”, puesta a su servicio por el Rey de Aragón al igual que un caballero portando cartas rogatorias, Rumbo a El Cairo.

El Cairo, Septiembre de 1382. El soldán de Babilonia recibe a los emisarios castellanos y queda satisfecho con los regalos y misivas que recibe, sobre todo le entusiasman las aves de presa ibéricas por no existir de ese tipo en Egipto. Cumpliendo la palabra dada decreta la libertad de León V, que embarcándose en la “galea” Aragonesa parte hacia occidente dejando atrás casi siete años de cautiverio.

Badajoz, Mayo de 1383. La comitiva real sale de las murallas de la ciudad al encuentro del ilustre visitante; se produce este a una legua de la ciudad, León de Armenia descabalga y se descubre la cabeza para mostrar sus respetos a su rescatador; Juan I de Castilla echa pie a tierra, lo que significa que el trato es entre iguales, y le abraza con gran regocijo.

Una vez dentro de la ciudad de Badajoz el Rey de Castilla colmó de regalos al de Armenia: “ …Le envió muchos paños de oro é de seda, é muchas joyas, é doblas, é vajillas de plata, é dióle para en toda su vida la villa de Madrid, é la de Villareal, é la de Andujar con todos sus pechos é derechos é rentas que en ellas avia, é dióle mas en cada año para en toda su vida ciento é cinquenta mil maravedíes”.

Madrid, Octubre de 1383. “Dicen que de la Armenia nos viene un señor, guardenos Dios de tan Real favor”. Parece ser que a los madrileños no les hizo mucha gracia que fuesen regalados a un extranjero y; tras sus protestas, el Rey de Castilla tuvo que prometer que a la muerte de su nuevo Señor la villa volvería a ser castellana y que nunca volvería a regalarla o enajenarla.

León V se alojó en el Alcázar pero estuvo en Madrid poco tiempo, parece que entendió el mensaje de los madrileños y en 1384 marchó a Francia.

Alcalá de Henares, octubre de 1390. Juan I esta probando un caballo que le han regalado.

Junto a la puerta de Burgos se le desboca el caballo cayendo de la silla con tan mala fortuna que se le engancha un pie a uno de los estribos; el caballo le arrastra hasta causarle la muerte.

Toledo, Febrero de 1391. León de Lusignan regresa al reino de Castilla para asistir a los funerales de su amigo Juan I. Desde que marchó de Madrid no había vuelto a pisar la Península Ibérica pero siempre consideró que estaba en deuda con su rescatador.

Paris, Noviembre de 1391. Muere León V y es enterrado en la capilla del Convento de los Celestinos. Enrique III de Castilla decreta la reversión de las villas de Madrid, Andujar y Villareal a la corona castellana.

De toda esta historia queda una calle en Madrid con el nombre de León V.

Leandro Alonso

- González Rodríguez, Alberto. “Historia de Badajoz” (2º ed.). Ed. Excmo Ayto de Badajoz, 2010.
- López de Ayala, Pero. ”Crónica de los reyes de Castilla”.
- “Historia de la Armenia” por Eugène Boré. Individuo de la academia armenia de S. Lázaro de Venecia y del consejo de la Sociedad Asiática de París. Traducida y editada por Editores de La Guardia Nacional. Barcelona 1838
- SoyArmenio.com Creado por Klaus Lange Hazarian. http://www.soyarmenio.com.ar

Moraleja fortificada

APUNTES SOBRE LA FORTIFICACIÓN ABALUARTADA DE MORALEJA

Durante la Guerra de Restauração (1640-1668) se producen varias escaramuzas en la zona de Sierra de Gata. La más importante se produce en Noviembre de 1661 cuando 4500infantes y 1500 jinetes portugueses llegan hasta las murallas de Coria, y varias villas de la zona como Cilleros, Moraleja y Perales son saqueadas. Las exiguas defensas de Moraleja son reforzadas por la Orden de Alcántara.

Poco después de esta guerra es cuando se decide empezar a abaluartar la villa de Moraleja, seguramente en el último tercio del siglo XVII, pues durante la Guerra de Sucesión (1701-1713) ya estaban construidas las murallas. Este hecho lo testimonian varios planos militares que se conservan en distintos archivos militares españoles e incluso en alguno francés.

Autor desconocido, ¿1679?

Aunque no se sabe la fecha exacta de la elaboración del, que se cree, primer plano de las murallas de Moraleja del Peral (así se denominaba la villa originariamente), ya se recomendaba una ampliación del recinto (línea punteada) por considerarlo pequeño, a la vez que se hacia la recomendación de reforzar las murallas con revestimiento de piedra porque estas eran de tierra.

La fisonomía de la construcción respondía a los cánones defensivos de la época, es decir siguiendo el modelo Vauban: baluartes, fosos, revellines, constaba de dos puertas, e incluso un fuerte, al sureste; en el camino de Ceclavín y llamado Fuerte de San Felipe.

La peculiaridad de esta construcción, y que justifica en gran medida la desaparición por completo de la misma, es que se construyó en “teppe”, que era tierra compactada con raíces de césped y cortada en bloques. En el siglo XIX poca memoria quedaba ya del recinto, pues como se ha dicho las murallas eran de tierra y habían desaparecido, el foso fue tapado por razones higiénicas.

El que se consideraba plano más antiguo que se conserva, hasta la aparición del anterior, es un perfil de la fortificación realizado por el francés Charrier en 170, donde se aprecian el foso y la muralla junto con algún edificio significativo de la localidad.

Charrier, 1704. Archives du Génie (París)


En el mes de Mayo de este mismo año el párroco de la villa hace constar en los libros parroquiales (Archivo Diocesano de Cáceres) la visita de inspección que realizó el monarca Felipe V al ejército de 12000 soldados que acampaban junto a la fortificación, en la ribera del río (Rivera de Gata), y que según cuenta eran preparativos para la conquista de Portugal (Guerra de Sucesión Española):

“...doce mill hombres y tenía Su Magestad dispues/to para conquistar a Portugal: el día tres de maio de mill septecientos/ y quatro años, como a hora de las quatro de la tarde...”

El ejército francés realiza en 1707 un plano de la fortificación de Moraleja en el que se aprecia perfectamente la planta de la misma y desvela la situación del ya mencionado fuerte de San Felipe en el camino que llevaba a Ceclavín. Este plano fue realizado por Bruffet y en el registra el nombre de los baluartes y revellines así como de las dos puertas de acceso, además de otros edificios considerados importantes: Las dos puertas se denominaban De Coria y De la Rivera o Cilleros, los baluartes en número de siete recibían nombres de santos como era habitual en este tipo de construcciones (San Felipe, San Gabriel, San Alejandro, San Juan, Santa “Sicille”, San Luís y San Antonio).

Bruffet 1707. Archivo del Servicio Geográfico del Ejército, Madrid

En 1724 el teniente coronel Juan de Landaeta, gobernador del castillo de Alconchel, realiza un esquemático plano de las defensas de Moraleja. En el mismo aparece una leyenda en la parte izquierda donde registra el dato del tipo de material con que están hechas las murallas: Teppe.

Landaeta 1724. Archivo del Servicio Histórico del Ejército, Madrid


De 1737 data un informe en el que se reconoce Moraleja como punto fronterizo estratégico y apunta que el recinto fortificado es pequeño y está muy deteriorado, señalando que el foso y el camino cubierto no están acabados. También recoge que la guarnición es escasa por esas fechas y sugiere que la fortaleza no se debería abandonar y es conveniente restaurarla y agrandarla haciendo de ella una “Plaza razonable” por la proximidad de Portugal y de otras fortalezas de esta nacionalidad.

Otro Plano es realizado por los ingenieros Antonio de Gaver y Pablo Hidalgo en 1750 representando extensamente los alrededores de la villa.

Gaver y Hidalgo 1750. Archivo del Servicio Geográfico del Ejército, Madrid


Los ingenieros apuntan sobre el propio plano: “Haviendo procurado averiguar con el Governador ayudante y ansianos del Pueblo los nombres que daban a cada uno de los Baluartes no supieron dar razón alguna...”, esta desmemoria demuestra ya, por aquel entonces, la falta de interés por la fortaleza.

La Real Audiencia de Extremadura realiza un informe en 1791 donde se dice que Moraleja fue plaza fuerte hasta las últimas guerras con Portugal, resaltando su importancia estratégica y la conveniencia de reconstruir los muros por su proximidad con aquel país y no existir Plaza de Armas entre Alcántara y Ciudad Rodrigo. También recoge el informe la no existencia de regimiento ni oficiales en la villa, únicamente un capitán de milicias y que “... Fue Plaza de Armas, de buena muralla, que oy estta demolida, se descubre su foso, que en parte se conserva...”.

En 1798 Tómas López, geógrafo de los “Dominios del Rey”, publica en uno de sus trabajos que Moraleja fue plaza de armas hasta el fin de las guerras con Portugal que todavía se conservaban parte de las murallas de tierra, con sus fosos y antefosos, que se existían las dos puertas de entrada al recinto con sus puentes levadizos y habla de los restos del fuerte de San Felipe en el camino de Ceclavín.

El ingeniero militar Josef de Gabriel vuelve a justificar la importancia estratégica de la Villa escribiendo en 1801:

“...por la utilidad del puente y rehunion de los caminos dicha, a que se deve agregar no hai fortaleza que imponga a los enemigos en todo el terreno desde Alcantara a la Serrania de Gata cuyas razones parecen exigir en este punto una fortificacion subalterna o del tercer orden...
Pues como dexe explicado en aquel pueblo, los aliados en la guerra de Sucesion tomaron su ruta desde Alcantara por la Moraleja, a Galisteo, Plasencia, y por el Campo Arañuelo y Naval Moral se dirigieron a Madrid...”.

A mediados del siglo XIX ya no aparecen las murallas de Moraleja en los planos, por lo que se estima que por aquel tiempo habrían desaparecido casi totalmente todos los vestigios de la fortificación, aunque hacia 1850 Francisco Coello señala en un mapa, incluido en el Atlas de España y sus posesiones de Ultramar, que quedan en pie las dos puertas de la antigua fortificación, algunos vestigios de los fosos y que al sur de la población existen unos altos con el nombre de Teso del Castillo y los señala como lugar de la ubicación de un reducto que correspondería con el Fuerte de San Felipe.

En la actualidad el único recuerdo que existe de aquella fortificación que rodeo la Villa de “Moraleja del Peral” y que formaba parte del cinturón defensivo creado a lo largo de la frontera con Portugal es una calle con el nombre de Ronda del Foso.


Leandro Alonso, 2010
a Ernesto Montero y Consuelo Lozano, Moralejanos de Mérida




FUENTES:

- “MORALEJA”
Pureza Canelo Gutiérrez y Luís Germán Méndez Gutiérrez
Ediciones de la Biblioteca Pública de Moraleja

- “Fortificaciones abaluartadas de Extremadura: Planos inéditos de Moraleja, Zarça de Alcántara, Alcántara, Valencia de Alcántara y Alburquerque”
Antonio J. Campesino Fernández. Catedrático de Análisis Urbano y Regional. Universidad de Extremadura. Cáceres
Revista de estudios extremeños, ISSN 0210-2854, Vol. 62, Nº 2, 2006, Págs. 921-938
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2066335

-“Fortificaciones abaluartadas en Extremadura: Planos de Juan de Landaeta”
Antonio Navareño Mateos
Norba - arte, ISSN 0213-2214, Nº 6, 1985, Págs. 145-158
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2746580

La Brigada del Pirraque

En agosto de 1936, apenas un mes después del alzamiento español, empezó la aventura de los voluntarios irlandeses. El general O'Duffy, líder de la ultraderecha irlandesa, es invitado por un amigo carlista a que reclute una brigada de combatientes que se una a los Requetés.





Eoin O'Duffy, Nacido en 1892, ya es partidario de la causa nacional sobre todo por su sentimiento ultracatólico. El dominico Paul O'Sullivan dirigiéndose a un grupo de voluntarios irlandeses los arengaba así: “…Vais a combatir en el Santo nombre de Dios, por la gloria de Dios, para defender a Dios, para salvar nuestra Santa Fe, para salvar la Cristiandad, para proteger al mundo de las atrocidades que han sido cometidas en Rusia, en Méjico y ahora en España”.

En Dublín, ha surgido la polémica en torno al proyecto. El Parlamento vota una ley que prohíbe a todo ciudadano irlandés que se aliste para combatir en España bajo pena de una multa y encarcelamiento. En Gran Bretaña el asunto también causa remolinos: invocando el Pacto de no-intervención, algunos diputados exigen resueltamente que se impida a los voluntarios que salgan desde puertos ingleses.

A pesar de la declaración de ilegalidad de la participación de irlandeses en el conflicto español, efectuada por el gobierno irlandés, El general Eoin O’Duffy reclutó a 700 “Camisas azules”, que parten de las islas Británicas en 1936 hacia su destino en Cáceres, divididos en dos contingentes: Uno vía Galway-El Ferrol-Salamanca-Cáceres y el otro dirigido por el propio O’Duffy vía Liverpool-Lisboa-Badajoz-Cáceres.

El viaje desde Galway hasta El Ferrol resultó bastante duro, apiñados en un barco nazi tuvieron que soportar una gran tormenta. Una vez desembarcados hicieron el trayecto en tren hasta Salamanca donde hicieron su entrada en la estación apretujados contra las ventanillas saludando con los brazos en alto. Formados se les dirigió a una nave donde se les dio de comer y beber. Y sobre todo bebieron, pues cuenta uno de los oficiales de la Brigada que tuvieron ciertas dificultades para hacerles volver al tren y mientras la banda de música, perfectamente formada, los despedía tocando el himno de España algunos irlandeses vomitaban la borrachera por las ventanillas del tren.

Mientras, el contingente que dirigía O’Duffy llega a Lisboa, y pese a la insistencia de los oficiales portugueses en que nadie desembarque hasta comprobar la documentación; les es imposible controlar este extremo y los más osados consiguen bajar a tierra, donde se emborrachan, teniendo que intervenir la policía por el gran escándalo que causaron. Finalmente llegaron camiones españoles para el traslado del contingente a la estación de ferrocarril con destino a España.

De su llegada a Badajoz hay testimonio de un corresponsal irlandés, Francis McCullagh, que cuenta como nada más llegar a Badajoz se pasearon con sus camisas verdes, su buen humor y su alta moral, aunque no conseguían comunicarse con la población debido al idioma. Esa misma noche los oficiales les llamaron al orden en sus barracones debido a su estado de embriaguez.

En Noviembre de 1936 ya está toda la brigada en Cáceres donde permaneció alojada en barracones hasta Febrero de 1937. Tan pronto como se instala en su cuartel, la brigada irlandesa se somete a una preparación intensiva bajo mando del capitán Capablanca, un instructor español. La nueva unidad se llama “XV Bandera” y lleva el uniforme del Tercio (con arpas célticas en las solapas).

Se hizo habitual ver, cada domingo, a la bandera en formación dirigirse a la ciudad para asistir a la misa que se impartía en la iglesia de los Padres Franciscanos de Santo Domingo; El Obispo permite que durante los oficios se desplieguen el estandarte de la brigada y los banderines de las compañías.

O’Duffy no perdía ocasión para hacer un alarde de sus tropas, con presencia en todos los actos públicos que se realizaban en la ciudad de Cáceres y alrededores. Muchas procesiones contarán con la nota exótica de una Banda de gaiteros de la Legión Irlandesa.

La estancia de la XV bandera irlandesa en Cáceres no está libre de altercados, sobre todo por la afición de los irlandeses a las bebidas alcohólicas, sus salidas por la ciudad fácilmente acababan en pelea, según se puede extraer de los testimonios escritos de algunos de los propios miembros de la brigada. En una ocasión estas pendencias acabaron con el resultado de la muerte de un magrebí y varios españoles heridos, por lo que se detuvo a varios irlandeses.

Alojado en el Hotel Álvarez, el general O'Duffy supervisa el entrenamiento de su tropa cuyas condiciones de vida se esfuerza por mejorar. Acompañado por un ayudante bilingüe (el teniente de aviación Matamoros) acude regularmente a Lisboa para recoger cartas y paquetes; se ocupa también de la comida de sus hombres (poco entusiasmados por el aceite de oliva), de su recreo (conciertos dominicales), y procura que se abstengan de hacer política. Al mismo tiempo, multiplica los contactos con el vecindario a fin de asociar a su brigada con la vida de la guarnición.

En vísperas de Navidad, O'Duffy, visita los hospitales de la ciudad con una banda militar para entregar regalos a los heridos y, al día siguiente, recibe a las autoridades civiles, religiosas y militares. El día de año nuevo, el coronel Yagüe visita de improviso a la XV Bandera, y el 3 de enero, el coronel Pinillos invita a todos los oficiales de la brigada a visitar el monasterio de Guadalupe. Enarbolando banderas irlandesas, la pequeña localidad acoge de manera triunfal a los irlandeses y el Prior del monasterio les habla con mucho afecto. Algunos días después, la Bandera desfila para celebrar la toma de Málaga, y el 6 de enero, el mismo general Franco viene a pasar revista.

El 31 de enero de 1937, una ceremonia imponente señala el fin del período de instrucción. Después de una misa que celebra el Obispo en la Iglesia de Santo Domingo, el general O'Duffy descubre una placa de bronce conmemorando la estancia en Cáceres de los irlandeses. Flanqueada por los escudos de España e Irlanda, por una cruz céltica, una Virgen y tréboles.


La inscripción dice: “En honor de Dios, en honor de Irlanda y en recuerdo de la XV Bandera, brigada irlandesa del Tercio, que rezó en esta iglesia mientras servía la causa de la Fe combatiendo al lado de su antigua aliada y protectora, España”.

La placa permanece, en la actualidad, en la Iglesia de Santo Domingo de la capital cacereña.

Los voluntarios irlandeses están deseosos de entrar en combate contra los Rojos, y por fin llegan las órdenes: Deben dirigirse a Ciempozuelos, en el frente del Jarama. El 16 de febrero de 1937, los irlandeses atravesaban en formación Cáceres en dirección a la estación. La banda de gaiteros de St Mary’s de Dublín toca mientras ellos marchan con la cabezas bien altas, portando la bandera irlandesa y los colores de su estandarte – Un perro lobo de caza de color naranja sobre un prado verde esmeralda- ondeando orgullosamente al frente.

La aventura que les espera se convierte en desventura desde el principio. El viaje en tren hasta Torrijos duró veintiséis horas en vez de las cinco previstas, cuando bajaron del tren no había nadie para informarles como llegar a Valdemoro, gracias a un chiquillo que se ofreció a guiarles llegaron al destino a medianoche, por lo que no había comida disponible; y para colmo, la orden era partir a las seis de la mañana hacia el frente.

Puestos en marcha hacia Ciempozuelos (en la línea del frente), deciden abandonar el camino principal por otro secundario que ofrecía mayor cobertura. Mientras se abrían en formación de avance, divisaron tropas dirigiéndose hacia ellos. Detenidos unos en frente de otros se inicia un tiroteo durante el cual dos oficiales irlandeses y tres soldados resultan muertos más otros tantos heridos, en la tropa a la que se enfrentan también hay varias bajas. Una vez acabado el tiroteo se dan cuenta (tanto unos como otros) del grave error que han cometido, los adversarios resultan ser una unidad de voluntarios falangistas de las Islas Canarias recién llegados al frente como los irlandeses. Los falangistas habían confundido a los irlandeses con soldados rojos de las Brigadas Internacionales. El comienzo no podía ser más descorazonador.

Eoin O’Duffy se encargó de que los cuerpos de sus soldados fueran trasladados a Cáceres para darles sepultura. El funeral resultó ser, Para satisfacción de O’Duffy, uno de los de mayor asistencia de los oficiados en la ciudad. Según testimonio del propio Eoin, “los cuerpos fueron enterrados ceremoniosamente en sepulcros de la iglesia de Santo Domingo”.

Mientras la Bandera Irlandesa se encuentra en el frente se presentan una serie de problemas que hacen que finalmente se llegue al acuerdo de disolver la unidad. En ella había más de 100 voluntarios menores de 21 años cuya repatriación pidió el gobierno irlandés parece ser que presionado por el británico, a lo que accedió el de Burgos para evitar incidentes diplomáticos. Se presentan quejas contra O´Duffy por haber instaurado la censura en la correspondencia, pero lo más grave era la indisciplina que reinaba entre los irlandeses. Estos se emborrachaban con frecuencia, se agredían entre ellos e incluso llegaron a hacerlo tanto con sus oficiales como con los españoles agregados a la bandera para intentar cohesionarla y convertirla en una unidad eficaz y combativa. Incluso los propios oficiales irlandeses llegaron a las manos entre ellos y para rematar la sucesión de hechos una noche un oficial irlandés no identificado llegó a disparar contra dos oficiales españoles.

Por ello Yagüe, a la sazón jefe de los tercios legionarios, el 28 de marzo de 1937 solicita la disolución de la brigada en base a la indisciplina reinante en la unidad por la falta de mandos profesionales irlandeses, por la mala alimentación que se proporcionaba a los irlandeses por su propia intendencia y porque su eficacia militar era nula. Ahora bien, proponía que los voluntarios que quisieran permanecer en España fuesen repartidos entre las diversas banderas del Tercio y que los qué no quisieran seguir en nuestro país fuesen repatriados al suyo. O´Duffy se opone a ello y echa las culpas de lo ocurrido a los oficiales españoles, a algunos irlandeses y sobre todo a los de origen inglés. El 12 de abril, tras un incidente entre el mando de la brigada y un alférez español, Yagüe destituye al jefe irlandés y lo envía a Cáceres. Franco autoriza la disolución de la bandera.

Leandro Alonso. 2009


FUENTES

- “Luchando por Franco, voluntarios europeos al servicio de la España fascista, 1936-1939”. Judith Keene, Salvat Editores 2002.

- Manuel Pulido Mendoza, "Apuntes sobre la intervención extranjera en Extremadura y extremeños en campos de concentración nazis", Revista de Estudios Extremeños, Tomo LXIII, Núm. III, Septiembre-Diciembre, 2007, pp. 1249-1259.

- “TERCIO IRLANDÉS "LA XV BANDERA". Voluntarios Católicos Irlandeses en la Guerra de España”. http://www.requetes.com/irlanda.html