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Los jardines de Joaquín Carvallo

Joaquín Carvallo (1869-1936) emigró desde su Don Benito natal a París para pefeccionar sus estudios de Medicina. Hoy no se le conoce por su brillante ejercicio de su profesión, sino por diseñar, sobre todo, uno de los jardines más admirados de los famosos castillos del Loria: el ch teau de Villandry, al oeste de la ciudad de Tours.



Cuando Carvallo abandonó Don Benito, tenía poco más de 30 años, la carrera recién terminada y pocos recursos. En un reportaje sobre el ch teau que dedicaba ayer El Viajero de El País , se recuerda que el médico y sus tres hermanos quedaron huérfanos en la adolescencia y vivían de una pequeña renta que les proporcionó la venta de una fábrica de harinas de sus padres.




Casado con una americana
A principios del siglo XX trabajaba ya en París con el profesor Charles Richet, que en 1913 conseguiría el premio Nobel. Se casó con Ann Coleman, de una familia adinerada de Estados Unidos, tuvieron seis hijos y ambos se enamoraron del castillo de Villandry, que compraron en 1906.

Cuando la pareja adquirió esta antigua fortaleza de 1536, edificada por Jean Le Breton, ministro de Finanzas de Francisco I, los jardines e incluso el castillo estaban al borde de la ruina y a punto de ser demolidos. El lo salvó. Para ello abandonó su carrera científica y se dedicó en cuerpo y alma a la recuperación y creación de los jardines tal y como los admiran hoy miles de turistas cada año.

La geometría y diseño de los jardines lo convierten en una muestra "excelente" del arte paisajístico del Renacimiento francés, que combina el concepto geométrico de los jardines italianos y la tradición francesa de los monásticos, según la web arteyjardines.com y la página oficial del castillo (chateauvillandry.com ). Carvallo se inspiró supuestamente en los jardines de Blois y Amboise, diseñados por el monje Pacello de Mercogliano en el siglo XVI.

Los bisnietos de Joaquín Carvallo, entre ellos Henri Carvallo, se encargan en la actualidad de llevar el castillo y de organizar sus visitas turísticas. En sus jardines está empleada una legión de jardinero que han de podar 1.260 tilos y 52 kilómetros de seto de boi, todo un legado vegetal de un extremeño en el Loira.







Fuente: El legado del jardinero fiel.19/08/2007. El Periódico Extremadura.

Los jardines de Antonio Juez



La gran personalidad artística y polifacética de Antonio Juez extendió su influencia positiva a los jardines de Badajoz, pues fue nombrado Jardinero Mayor por la Corporación Municipal a raíz de su alergia a los cobaltos, que le impedía pintar con la intensidad que le gustaba. Por ello, desde el referido nombramiento, interino, del 27 de enero del año 1948 (realizado a petición del pintor Adelardo Covarsí, del poeta Manuel Monterrey y de López Prudencio, entre otros) y casi hasta su muerte, ocurrida en 1963, desempeñó Juez una intensa actividad a lo largo de trece años diseñando nuevos jardines o remodelando los antiguos. Indudablemente Juez contó con la importante ayuda del feraz suelo de Badajoz y con la abundancia de agua que, enseguida, producen una exuberante vegetación, contribuyendo el segundo elemento a la formación de cascadas, fuentes y estanques que tanto le gustaban para crear entornos íntimos y naturales en donde también la fauna tenía su lugar. Porque en los jardines trazados o reformados por Juez prevalece el elemento natural y rústico, dosificado de manera muy inteligente para que pase casi desapercibida la mano del hombre. De este modo son jardines que participan, por un lado, de nuestra larga tradición hispanomusulmana, pero, por otro, de las tendencias italianas que surgieron con el manierismo del siglo XVI, observándose también en ellos, claro está, indiscutibles detalles neobarrocos, románticos, modernistas y simbólicos.





Por otra parte, está siempre presente en los jardines diseñados por Antonio Juez su gran conocimiento de los bellos parques portugueses, pues sentía una gran admiración por la delicada jardinería lusitana. Citemos, a propósito de lo anterior, algunos párrafos contenidos en su obra autobiográfica Por nuestros caminos. Historia ingenua de dos almas felices, en los que se refiere a los hermosos jardines de Cascáis que nuestro artista conocía muy bien debido a las largas temporadas veraniegas que disfrutaba en la linda ciudad costera portuguesa, plena "de vistosos jardines provincianos, jardines de ese gusto peculiar de los portugueses, que tienden a la rusticidad en combinación de lagos y rocas, en los que no puede faltar la blanca interrogación del casal de cisnes, entre cataratas de flores y grandes árboles selváticos". Y en ese mismo libro alaba Juez los "parques y bosques bellísimos" de Estoril, la elegante población inmediata a Cascais. Y no podemos olvidar la gran atracción que sentía nuestro artista por los magníficos parques lisboetas llenos de jardines colgantes como los babilónicos (Tapada de Ajuda, Eduardo VII, As Laranjeiras, Da Estréla...) y sus bellas y cuidadas avenidas impecablemente ajardinadas, como la de la Libertad. Jardines lisboetas que culminan en el maravilloso alarde de la Estufa Fría "¡fantasía de dioses que pueden crear paraísos!". No en vano, para Antonio Juez los portugueses son "los más expertos jardineros que he conocido". Se nota, por otra parte, en los anteriores párrafos el intenso amor de Juez a la naturaleza en general y desde luego a la naturaleza domesticada presenté en los jardines, sin duda un punto de partida decisivo e imprescindible para entender su posterior y eficaz labor en Badajoz como Jardinero Mayor.

También sentía Juez una gran atracción por los magníficos jardines de Curia, la elegante localidad portuguesa famosa por su balneario de aguas salutíferas, en la que Juez y su amigo David da Silva pasaron algunas temporadas debido a las dolencias renales del artista. Una Curia "embalsamada de resinas que se efluvian de los pinares del entorno" y envuelta en el intenso olor "que exhalan sus cedros, sus abetos y eucaliptos" que se disponen en torno a "las aguas del bellísimo lago del parque" Juez quedó evidentemente conmovido en lo más hondo de su espíritu sensible por todos estos paradisíacos jardines casi naturales, por sus frondas y por sus lagos, cascadas y juegos de agua: indudablemente trataría de llevar a Badajoz algo de lo que había quedado impresionado en su retina o en las placas de las dos cámaras fotográficas que solía utilizar en sus viajes, sus inseparables Kodak inicial y una más moderna Leica después. Así se entienden los hermosos párrafos que dedica por ejemplo al citado estanque de Curia con sus "sauces enormes que en estático narcisismo se debruzan sobre el lago como mágicas cascadas de verde claro y transparente para mirar en él su dejadez y belleza". También, cuando visita Coimbra, llaman la atención a la refinada personalidad de Juez "el maravilloso e interesantísimo Jardín Botánico" y la Quinta de las Lágrimas, con sus idílicos parque y estanque que recuerdan a la infeliz Inés de Castro mencionada en los versos de Camoes. Y lo mismo ocurre cuando describe los parques de Oporto con sus "jardines bellísimos rebosantes de flores que se elevan y sobreponen unos sobre otros en vistosidad inigualable que hacen recordar la magnificencia de los jardines colgantes de Babilonia". Del mismo modo alaba de manera extraordinaria el parque del antiguo


Palacio Real y anterior monasterio de Bussaco (convertido en hotel de lujo) que relaciona con "Las "fantasías orientales de los jardines de Aladino". Gran efecto causó a Juez el parque natural del "Bom Jesús do Monte" en Braga, la vieja sede episcopal portuguesa: sus glorietas, fuentes, caminos, estatuas, monumentales escaleras, recoletas capillas, cascadas, lagos cubiertos de nenúfares, camelias gigantes como no se ven en ningún otro sitio y enormes filodendros que, por las formas tan peculiares de sus hojas, relaciona el artista con esqueletos humanos, hicieron salir de la ágil pluma de Juez frases verdaderamente encomiásticas sobre este lugar pleno de misterio y "de verdadero encanto y maravilla", poblado de "hiedras y madreselvas" que "ponen tapicerías caprichosas y efectistas sobre piedras y troncos". Y no podemos olvidar, a la hora de buscar los modelos inspiradores de los jardines que Juez llevó a cabo en Badajoz, los hermosos vergeles de Olivenza, de estirpe precisamente portuguesa y que nuestro artista conocía perfectamente, y los de Sevilla (Alcázar y Parque de María Luisa) que "tienen el don de la atracción y del encanto"

Antonio Juez, persona meticulosa y ordenada, anotaba minuciosamente, como en un diario, todas las incidencias de sus viajes y desde luego no faltaban nunca las referencias a los jardines y a la naturaleza que tanto amaba, como hemos comprobado. Tales anotaciones eran reforzadas con apuntes y dibujos a los que tan aficionado era por su profesión y con las muchas fotografías que gustaba realizar. Por ello en su memoria, en sus observaciones manuscritas y en el material gráfico del que disponía había suficientes recursos que, añadidos a su fértil imaginación de gran artista, fueron los pilares fundamentales de sus ilusionados proyectos de nuevos jardines para Badajoz, su queridísima ciudad natal.

No podemos olvidar, a la hora de iniciar estas breves notas sobre los jardines de Badajoz, a los alcaldes del momento, que apoyaron al pintor Antonio Juez decididamente en sus proyectos: Antonio Masa Campos y Ricardo Carapeto Burgos.

FUENTE: Florencio-Javier García Mogollón. Catálogo Exposición. Diputación de Badajoz.



La Munya de Badajoz

El Collar Aftasí
Don Emilio García Gómez, nuestro insigne arabista, accede, generosamente, a la petición que hace pocos días le hice en una de las sesiones de la Academia de la Historia: darnos, como ha hecho, un poema árabe de un poeta de Badajoz con su traducción, y en autógrafo suyo, para ALMINAR.

Son los versos de Abú-l-Hassan Muhammad b. Said b. Abd al- Aziz al-Qabturnuh que, junto con sus hermanos Abu Bakr y Muhammad, floreció en nuestra ciudad a los finales del siglo XI en la Corte del último aftasí, el excelso y malaventurado Umar al-Mutawakkil. Los tres hermanos fueron poetas, palaciegos, ricos e influyentes. Quizás su apodo Qabturnuh atesore viejas raíces iberas, quizás se hilvane con voces latinas que, Significando «cabeza redonda» (clásico caput, medieval torno, cómodos progenitores del arabizado Qabfurnuh) o «vuelve cabezas» que hace años propusiera don Emilio, usaban coloquialmente los mozárabes. Pero sólo Alá, en su omnipotente sapiencia, debe conocer de dónde les vino el burlesco y expresivo remoquete.






El dístico de al-Qabtürnuh cruzó todas las antologías. AI-Mutamid, el rey - poeta de la taifa sevillana se los sabía a través del Qabturnuh mayor, y el día de Sagrajas, recordando a su hijo Abú Hasim, los recitaba, ardoroso, en el fragor polvoriento del combate. Junto al Gévora, florido de adelfas, el rey sevillano podía abrazar a su gusto las lanzas de los legionarios de Castilla, violentas y embravecidas, mientras tronaba el tambor almoravid.

Aquel Badajoz del siglo XI, capital del reino, se convirtió en áulica corte, agora de sabios, palenque de poetas, ciudad de fiestas y saraos. Umar había construido una munya junto al Guadiana colmada de jardines, con altas palmeras y sonoras fuentes ocultas.

Le puso por nombre al-Badia que en árabe significa la soberbia, la maravillosa. Allí se rodeó de poetas, efebos y cantoras. En el plenilunio primaveral, en las anchas noches del estío, olorosas a parvas y al húmedo frescor del Guadiana, corría el vino, se cantaba el verso; las veladas en al-Badia se prolongaban interminables.

Los cronistas musulmanes nos legaron sabrosos testimonios de los poetas y del ambiente del Badajoz aftasí. Al-Maqqari recoge variadas noticias de las fiestas en la munya, de los poetas que intervenían y de los versos del propio rey. Ibn al-Abbar refiere el viaje de Umar acompañado del poeta Ibn Abdún a Santarem para ver al cantor de Alcabideche, Ibn Muqana y los convites y fiestas poéticas celebradas en la hermosa ciudad del Tajo. Al-Fath al Jaqan nos da amplias referencias de estos viajes y de los días felices de la corte aftasí.

Una legión de poetas había en Badajoz cantando bajo los cielos altos y limpios de la ciudad, que cruzan parsimoniosas las cigüeñas, junto a los vergeles de su alfoz y las palmeras al alinde del viejo Guadiana.

De los tres Qabturnuh, Abu Bakr era sin duda el mejor. En sonoros versos pidió a Umar el regalo de un halcón, y en otros invitaba a sus amigos a gozar de lugares deliciosos, del vino y el perfume. Era el más rico, y secretario del propio Rey.

Ibn Yaj cantó la despedida de la amada y no satisfecho en Badajoz pasó a la corte sevillana de al-Mutamid. Ibn Quzman aunque originario de Córdoba fue también secretario del Rey al-Mutawakkil.

Ibn Abdun quizás el más excelso de todos, el de mayor gloria de las antologías. Era oriundo de Évora, la bella ciudad portuguesa, perla del collar aftasí.

Trabó gran amistad con Umar cuando éste era gobernador de aquella ciudad y luego fue su secretario en la corte de Badajoz. Tenía una memoria impresionante, recitaba sin perder líneas el Kitab al-Agani, inmenso tesoro de tradiciones, cantos y versos de los antiguos árabes.

Su poema de mayor celebridad fue la qasida al-Bassama, también llamada por su nombre la qasida abduna, en donde canta el final trágico de los aftasíes a manos de los almorávides. Los musulmanes consideran el poema como pieza maestra y los cronistas vertieron sobre ella inmensos elogios. Abd al-Wahid al-Marrakusi decía que era perla virgen, superior a la poesía y mayor que la magia.

La victoria de Sagrajas marcó el final de las taifas, engullidas, a poco, por los duros almorávides. Badajoz se entregó y Umar al-Mutawakkil fue destronado. Una tarde de primavera de 1095 en que estallaban las rojas rosas de al-Badia, y los lirios del Guadiana tapizaban floridos las laderas del alcázar, Umar fue conducido camino de Sevilla. Tras las almenas de las altas torres, Umar veía hundirse el sol como también para siempre se hundían las fiestas y los versos de su Badajoz amado. Era la última, la mejor de sus nostalgias, esa nostalgia que parece flotar aún, misteriosa e inconsútil, en las noches rumorosas del Guadiana.

A la vera del Rivillas paró la comitiva y un esbirro del general Sir b. Abu Bakr le decapitó.

FUENTE: Manuel Terrón Albarrán. Alminar. Mayo 1979.

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Junto a la densa historia política de Badajoz durante los siglos XI al XIII, transcurre una igualmente caudalosa corriente cultural, fruto de su vitalidad urbana. La capital aftasí brilló como uno de los principales focos de la cultura andaluza, representando el modelo cortesano de la España del siglo XI. La protección dispensada a sabios y poetas por los soberanos al-Muzaffar y al-Mutawakkil propiciaron una etapa de particular esplendor. La nómina de figuras de la época es extensa: el poeta analfabeto Ibn Yaj; el poeta de Denia Ibn Labbana, autor de sublimes composiciones dedicadas al rey sevillano al-Mutamid o Ibn Abdun, el poeta excelso de la corte aftasí, nacido en Evora.

También hay que citar al filósofo Ibn al-Sid al Batalyawsi, cuyo Libro de los Cercos, Kitab al-Hadaiq es el primer intento llevado a cabo en al-Andalus de armonizar la teología islámica con el pensamiento griego.

FUENTE:

legadoandalusi.es


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> El Jardín de la Galera, la Munya de Badajoz

Jalonados por la Torre de Espantaperros o del Aplendiz, la Plaza Alta, la puerta de Merida y las murrallas de la Alcazaba, se encuentran los Jardines árabes de la Galera que datan del siglo X.



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Entre el 1031 y el 1091 el reino de Badajoz será uno de los más extensos y poderosos de la península, abriéndose un apasionante periodo de intrigas, luchas y pactos con los reyes de Sevilla, Toledo, Córdoba... además de con los monarcas cristianos. Durante el reinado de Al-Mudaffar, el reino de Badajoz se hizo famoso también por el cultivo de las Letras y de las Ciencias, existiendo una gran biblioteca en el Alcázar pacense y reuniéndose en su corte gran número de sabios y literatos. En estos momentos se escribe en nuestra ciudad la mayor Enciclopedia de Ciencias y Arte de la época musulmana en España, que contenía 50 volúmenes. Además de este monarca hay que citar también a Jaya (al- Manzar) y a Abu-Mohammad Dmar.

Durante la dinastía Aftasida se podrían citar también a destacados Visires, poetas, como Abu Zaid y Ibn Abdum; gramáticos como al Alam y Abu Bequer-Acin y como teólogos a ibni-Mokana.

FUENTE:
enciclopedia.us.es



Jardín de La Vara


Construida en el S.XVIII, la Hacienda La Vara (ubicada en Valdelacalzada, en plena calzada romana) se compone de una casa señorial del S.XIX de influencias italianas, cuenta con una elegante escalera doble se entrada, y una galería de columnas de forja y vidrieras modernista en su fachada oeste.

Separada por un parterre se encuentra el cortijo Viejo, una casa de labor del S.XVIII con una típica cocina-chimenea y una capilla...

La joya del conjunto es un majestuoso jardín triple, compuesto por una primera zona diseñada al gusto francés, una pradera y un parque que reúne una extensa variedad de árboles, setos, parterres centenarios, que producen en el visitante una deliciosa sensación de sosiego.

El diseño del jardín es de 1830.




FUENTE: haciendalavara.com // lascronicasdelfarwext

Jardim do Paço

Castelo Branco es una pequeña ciudad de la Beira Baja que vive de lo que da la tierra: olivos, queso y miel, además de sus codiciadas colchas de lino bordadas en seda. Tiene el atractivo de su urbanismo medieval, además de un puñado de edificios manuelinos, como la catedral y el calvario. El antiguo palacio episcopal, hoy convertido en museo, se rodeó de un jardín para el asueto del prelado, cuestión que, a juzgar por su lujo y exuberancia, cumplía sobradamente. Se distribuye de forma escalonada en distintos planos a los que se accede por medio de una pomposa escalinata de mármol flanqueada de estatuas que reproducen los apóstoles y los reyes de Portugal. Muestra un elaborado trabajo de cantería en fuentes, bancos y balaustradas, y es todo curvas y meandros barrocos juguetones, con murales de azulejos y setos de boj de formas arquitectónicas. El agua es aquí un elemento tan importante como la vegetación, como se aprecia en el estanque de las Coronas o el Lago Grande, las albercas repletas de helechos, nenúfares y papiros, las cascadas y las fuentes cantarinas que surgen en cada esquina.

INÉS ELÉXPURU - 08/02/2002

FUENTE:
elpais.com




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Diríjase ahora al Jardim do Paço (Jardín Episcopal), y vea la bella cruz de los años 500 de S. João. El antiguo Obispado, construido en los finales del siglo XVI, fué mandado edificar para D. Nuno de Noronha como su residencia de Invierno, Obispo de Guarda. D. João de Mendonça funda los jardines del Obispado, evocación de S. João Batista, en 1725. .




D.Vicente Ferrer da Rocha, segundo Obispo de Castelo Branco, acrecentó y arregló los jardines en 1782. Hay muchísimas estatuas de granito con un gran simbolismo. Las cuatro partes del mundo conocidas en esta epoca (Europa, Asia, Africa, India); los signos del Zodiaco; los ciclos de las estaciones y de los meses del año; el aire y fuego, basis del universo en la concepción griega; la Muerte, el Juicio, el Infierno y el Paraíso; las Virtudes (Esperanza, Caridade, Fe, Fortaleza, Justicia…), todo se funde, acordando cuan pasajera es la vida y el caracter contemplativo del jardin.

El gran lago, con la catarata encima, con representaciones de Moises y de Santa Ana y de la Samaritana, nos alerta para la presencia de un otro elemento del Universo: el agua. De esa plataforma se accede a una otra localizada en un plan inferior, con las escaleras de los Apostolos alrededor, con toda la simbologia de la vida o de la muerte, y de los Reyes, de D. Afonso Henriques hasta D.José